viernes, 7 de septiembre de 2018

Unidad 5 para 1º de Bachillerato: La Racionalidad práctica ,ética y filosofía política.

LA RACIONALIDAD PRACTICA: ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA. 


UNIDAD 5: LA RACIONALIDAD PRÁCTICA: ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA.






1.      La filosofía práctica.

1.1.   Dimensiones y características de la filosofía práctica.

1.2.   La primacía de la filosofía práctica.

2.      La ética.

2.1.   Moral y ética.

2.2.   Moral como estructura y moral como contenido: la vida como proyecto moral.

2.3.   La acción moral y sus elementos.

2.4.   La conciencia moral

2.4.1.      Funciones de la conciencia moral.

2.4.2.     El desarrollo de la conciencia moral, según Kohlberg. Autonomía y heteronomía.

2.5.   Valores y normas morales.

2.5.1.      Origen y validez de los valores morales.

2.5.2.      ¿Hay valores morales universales?

3.      La filosofía política.

3.1.   Ética y política.

3.2.   Naturaleza y tareas de la filosofía política.

3.3.   La concepción filosófica del Estado.

3.3.1.      La Antigüedad: la concepción organicista.

3.3.2.      La Modernidad: el contractualismo clásico.

3.3.3.      El neocontractualismo del siglo XX.














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1. La filosofía práctica.

1.1. Dimensiones y características de la filosofía práctica.

La filosofía práctica, desde sus distintas dimensiones, trata de ofrecer orientaciones para la acción humana. 
Tales dimensiones son, esencialmente, las siguientes:

1.      La ética o filosofía moral.

2.      La filosofía política.

3.      La filosofía de la economía.

4.      La filosofía del derecho.

5.      La filosofía de la religión.

Existe entre ellas una estrecha conexión y a menudo resulta imposible separarlas, porque en las sociedades se desarrollan conjuntamente las actitudes morales, el orden político, el sistema económico, la legislación jurídica y la forma de entender la religión. Entre todas ellas existe en la realidad social una relación de complementariedad y conexión interna que, naturalmente, la reflexión filosófica debe recoger.

Estas cinco dimensiones tienen, al menos, cuatro elementos en común:

1.      La reflexión filosófica se centra en cada caso en un tipo de actividad que se desarrolla en la vida cotidiana, sea la moral, la política, la economía, el derecho o la religión.

2.      Hablar de «acción humana» implica que nos encontramos en el ámbito de lo que es posible por la libertad. Aunque siempre la libertad es condicionada, desde los condicionamientos es creadora de proyectos personales y sociales. De ahí que suela entenderse que, así como la filosofía teórica tiene por meta la verdad de las indagaciones, la filosofía práctica tiene por objetivo, en sentido amplio, descubrir las condiciones de justicia y felicidad de las personas y las sociedades.

3.      El hecho de reflexionar sobre acciones humanas que históricamente están sometidas a un continuo cambio obliga a la filosofía práctica a redefinir constantemente los conceptos y términos de que se sirve para comprender esa realidad cambiante, como también a acuñar otros nuevos. No es lo mismo hablar de la noción de democracia griega que de la actual democracia representativa; no significa lo mismo la palabra «felicidad» para Aristóteles que para los utilitaristas contemporáneos, etc.

4.      Por último, la filosofía práctica, en tanto que filosofía, se distingue de otros tipos de saber que estudian la acción humana por su carácter normativo. Esto no significa que ofrezca recetas para actuar, pero sí orientaciones para la acción.




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1.2. La primacía de la filosofía práctica.

La filosofía práctica suscita en nuestros días un gran interés. Si para Aristóteles el saber más digno es el teórico, ya que se busca por sí mismo, un buen número de corrientes filosóficas actuales dan la primacía al saber práctico. Porque, a fin de cuentas, la contemplación es una actividad, la vida teorética es una forma de vida, y, además, podemos decir con Kant que, si nos interesa averiguar «qué podemos conocer», es porque nos importa descubrir «cómo debemos obrar» y «qué nos cabe esperar».

La filosofía práctica ha cobrado tal protagonismo que uno de los campos de la filosofía de la ciencia se llama «Ciencia, tecnología y sociedad» y en él se consideran las consecuencias de la investigación científica y técnica para la acción personal y social. Es importante descubrir si es posible la clonación, por ejemplo, pero sobre todo averiguar qué consecuencias tiene para la vida de los seres humanos y desde dónde, es decir, desde qué criterios morales, debemos asumir ese incremento del poder científico para que eleve el nivel de humanidad de las personas y las sociedades. Es un ámbito que conecta directamente con las éticas aplicadas.

De entre las dimensiones de la filosofía práctica vamos a profundizar en dos: la ética y la filosofía política.



2. La ética.

Los seres humanos tenemos muchas maneras diferentes de vivir y esto ocurre porque no damos la misma importancia a las mismas cosas. Pero si hay tantas maneras de vivir, ¿da igual la forma como se vive? Todas las personas hemos experimentado que no da lo mismo. Hay maneras mejores y peores de vivir, tanto para nosotros mismos como para los demás. Cada uno tenemos que ir descubriendo cuál es la mejor forma de responder a los acontecimientos que nos afectan.

Los seres humanos, a diferencia de los animales, tenemos libertad, es decir, tenemos capacidad de elegir lo que vamos a hacer y cómo vamos a hacerlo y, además, podemos justificar lo que hemos elegido, es decir, podemos dar las razones que nos han conducido a elegir una forma u otra de actuar. Por eso se dice que somos seres morales, que la acción humana es moral. También necesitamos un saber como la ética que nos ayude a comprender nuestra acción y a elegir lo mejor para vivir una vida buena.










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2.1. Moral y ética.

Desde el punto de vista etimológico, no existe ninguna diferencia entre los términos moral y ética. Moral procede de la voz latina mos-moris y ética proviene del griego ethos. Ambos términos hacen referencia al carácter o modo de ser que la persona va adquiriendo a lo largo de su vida, a los actos, hábitos y costumbres a través de los cuales el ser humano desarrolla una manera de ser propia.

Sin embargo, para la filosofía, moral y ética son términos con distinto significado.

·         La moral es una forma de conducta humana específica, regulada por valores y normas presentes tanto en las relaciones entre los individuos, como entre estos y la sociedad en la que viven. Así, la moral está presente en todas las épocas y sociedades, las cuales, basándose en sus tradiciones y costumbres, establecen valores y normas morales con las que orientan la conducta de los individuos hacia fines como lo bueno y lo justo. Sin embargo, con frecuencia surgen problemas morales cuando hay conflicto entre distintas normas, o cuando las normas establecidas dan lugar a conductas injustas. Por este motivo, surge la necesidad de la reflexión ética.

·         La ética es la disciplina filosófica que tiene por objeto realizar una reflexión crítica sobre la moral en general, no sobre los casos concretos cotidianos. Sus objetivos, entre otros, son:

v  Analizar cuáles son las características de la conducta moral para distin-guirla de otros tipos de conducta (por ejemplo, la religiosa, la política, la legal, etc.).

v  Estudiar los valores morales (por ejemplo, definir qué es lo bueno, lo justo...) y las normas que se derivan de ellos, y plantearse cuestiones como: ¿es necesario que existan normas morales?, ¿cuál es su fundamento?, ¿por qué unas y no otras?, etc.

v  Determinar en qué consiste la responsabilidad moral, dado que solo hay conducta moral cuando uno es responsable de sus actos.

v  Investigar si el ser humano actúa con libertad, o si está determinado o condicionado (solo soy responsable de mis actos si libremente he podido elegir entre hacerlos o no).

v  Analizar qué es la obligación moral (¿qué debo hacer?, ¿por qué?).

Muchos filósofos han reflexionado sobre el comportamiento moral y han elaborado sus teorías éticas. Así, por ejemplo, Aristóteles destaca que el «saber moral» tiene como finalidad establecer los principios que permitan al ser humano alcanzar la



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felicidad. Por su parte, Kant, señala que la razón práctica reflexiona sobre la libertad con el fin de conducir al ser humano hacia la realización de la justicia.



MORAL


ÉTICA




§ Comportamientos específicos que

§
General: estudio  teórico  de esos


DIFERENCIAS

se dan en una sociedad o grupo


comportamientos y de los diversos


§ Conjunto de normas o valores que


códigos morales.



sigue un grupo o rigen en una

§ Teoría que estudia/explica la Moral.



sociedad

§
Es  posterior:  la  Ética ha  surgido


§
Históricamente es anterior: todo


como reflexión sobre la Moral.










hombre se comporta moralmente.






RELACIONES
§ Es el objeto de la Ética.

§ Reflexión teórica sobre la Moral.


§ Influye en la Ética al proporcionar

§ Influye mediatamente en la Moral al



códigos y normas morales sobre


señalar lo que está justificado o es



los que reflexiona la Ética


válido





















2.2. Moral como estructura y moral como contenido: la vida como proyecto moral.

Cuando la ética aclara qué es la moral, distingue dos significados que nos ayudan a comprenderla:

§   Moral como estructura. Todas las personas tenemos una estructura moral, porque a la hora de actuar hemos de elegir entre distintas posibilidades y justificar aquella que hemos elegido en relación con algún código moral, además de hacernos responsables de la elección.

§   Moral como contenido. Las personas elegimos en relación con un conjunto de normas, valores y principios que orientan la conducta y configuran un modo de vivir. Como podemos encontrar diversas maneras de vivir, podemos hablar de distintas morales. Según este significado, la moral suele llevar «apellidos» como: occidental, cristiana, budista, esquimal, ecologista, etc. Los contenidos morales varían de una época a otra y de un grupo cultural a otro, pero eso no significa que todos los contenidos sean igualmente válidos: ya veremos cómo la ética nos ayuda a distinguirlos.

Por otro lado, a la hora de elaborar su proyecto de vida, cada persona debe considerar aquellas cosas que se le imponen y que no son fruto de su elección: la vida misma (a nadie se le consulta si quiere nacer o no), sus condiciones biológicas, psicológicas y sociológicas (la época histórica, la cultura, el país, la sociedad, la familia, el sexo, el cuerpo que posee, etc.). Todas estas cosas no las eligen las personas, y sin embargo, influyen en su forma de ser.




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Ortega y Gasset denomina circunstancias al conjunto de elementos que se le imponen al ser humano, y afirma que esos elementos forman parte de su propio yo. Por eso recalca que «Yo soy yo y mis circunstancias».

Ortega afirma que, dado que las circunstancias vienen impuestas, no somos libres para elegir lo que nos pasa, pero sí para responder a lo que nos pasa de una manera u otra, para vivir esa vida que nos ha sido dada de la forma que cada uno elija.

Por este motivo, el ser humano necesita de la reflexión ética para responder, con fundamento racional, a preguntas como: ¿Cuál es la finalidad de mi vida?, ¿cómo debo ser?, ¿qué debo hacer para lograrlo?, etc. Dependiendo de las respuestas que dé a estas cuestiones, cada uno elabora su «proyecto de vida moral» con el fin de llegar al «ideal ético» (modelo de lo que debe ser) que libremente se ha propuesto realizar. Pero actuar correctamente es, a veces, muy difícil.

Aristóteles lo explica con la metáfora del arquero (nosotros) y la diana (la vida): en el camino de la flecha hacia la diana solo hay un punto para acertar y muchos para equivocarse.



2.3. La acción moral y sus elementos.

De lo anterior se deduce que, para hablar de ética, tenemos que suponer la existencia de la libertad. Los animales, a la hora de actuar, siguen ciegamente sus instintos naturales, que son pautas de acción establecidas en sus características genéticas. Estos instintos determinan de tal modo su comportamiento, que excluyen toda posibilidad de libre elección de su conducta. En el caso del ser humano, por el contrario, la conducta instintiva y prefijada no tiene tanto peso, lo que le permite decidir con libertad cómo va a comportarse en cada momento de su vida.

Esta libertad, en cualquier caso, presenta dos caras: por una parte, hace que el ser humano tenga la posibilidad de elegir su «modo de comportarse» (lo que le convierte en dueño y señor de sus actos); pero, por otra, le pone en una situación de fragilidad e inseguridad, ya que carece de una guía que lo impulse hacia un modo específico y seguro de acción. Además, la libertad le hace responsable de sus actos.

La libre elección de cada acto permite que el ser humano modele poco a poco su modo ser y de comportarse. Con la repetición de dichos actos adquiere hábitos, o actitudes permanentes de conducta, que le predisponen a obrar de una determinada manera. Así, los individuos van conformando su carácter moral y se convierten en buenas o malas personas, justas o injustas, etc., en función de los hábitos adquiridos (si miento una vez, esto no me convierte en mentiroso; pero si tengo el hábito de mentir, entonces sí).


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Elegir, por tanto, no es fácil. Para hacerlo correctamente, el individuo debe analizar los siguientes elementos de la acción moral:

Los motivos
Aquello que me impulsa a actuar de un modo u otro. ¿Por qué

hago esto?
Los fines
Aquello que se quiere conseguir y que mueve mi voluntad para

lograrlo. ¿Para qué hago esto?

Una acción moral, a diferencia de otras, implica ser consciente

del objetivo que se pretende conseguir.
Los medios
Aquello que se va a utilizar para la consecución del fin. ¿Cómo

conseguirlo que pretendo?

Conviene tener en cuenta que el fin no justifica los medios: un

fin noble no justifica unos medios inmorales.
El resultado
El logro del fin perseguido. ¿He conseguido mi objetivo?


2.4. La conciencia moral

El término conciencia, en general, hace referencia a la capacidad que posee el ser humano para percatarse de algo (por ejemplo, «Luis ha perdido la conciencia» o «María no tenía conciencia de los graves peligros que la amenazaban»).

En un sentido más específico, la conciencia moral se define como la capacidad de la razón práctica para captar los principios morales con los cuales puede distinguir entre lo moralmente bueno y malo, y para emitir un juicio sobre la moralidad de un acto (es el sentido que tiene, por ejemplo, en expresiones como: «mi conciencia me dice» o «la voz de la conciencia»).



2.4.1. Funciones de la conciencia moral.

La conciencia moral realiza las siguientes funciones:

§    Elabora juicios prácticos, es decir, aplica las normas morales universales a casos concretos, considerando las circunstancias particulares en las que han de realizarse. Así, por ejemplo, Aristóteles piensa que las normas morales son generales y que, sobre los casos particulares, cada uno debe juzgar qué debe hacer. Por ejemplo, «no debo mentir» es una norma general, pero al aplicarla a un caso concreto, mi conciencia puede plantearse: «¿debo decir siempre la verdad a una persona que tiene una enfermedad terminal, aunque esto le haga sufrir?».

§    Hace autocrítica, pues juzga sus propios actos, que son condenados o aceptados íntimamente. Este juicio genera sentimientos de remordimiento (si los actos son condenados) o de satisfacción (si son aceptados). Así, por ejemplo, Tomás de

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Aquino consideraba a la conciencia moral como el tribunal supremo de la conducta humana, y Kant la definía como el juicio de la razón sobre los actos de cada hombre.

§    Hace responsable al individuo de las consecuencias de los actos que realiza de forma libre y consciente. Lo hace en dos dimensiones:

1.        Interna, porque con sus actos el hombre se construye a sí mismo. Es, por tanto, responsable de su propia forma de ser (el que miente es responsable de ser mentiroso, el que dice la verdad de ser sincero, etc.).

2.        Externa, porque la persona debe responder ante los demás de los efectos que sus acciones producen en el medio natural y social que le rodea.































2.4.2. El desarrollo de la conciencia moral, según Kohlberg. Autonomía y heteronomía.

Las investigaciones psicológicas, realizadas por Piaget y Kohlberg, entre otros, consideran que la conciencia moral es una capacidad que se desarrolla en el hombre a lo largo de su vida.

En este desarrollo intervienen dos factores:

§        La madurez psicológica de cada persona, es decir, su desarrollo intelectual y afectivo.

§        La influencia del medio en el que vive: la familia, los amigos, la educación, la situación económica, los medios de comunicación, los conflictos sociales, etc.


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Este proceso de desarrollo es universal, común a todas las personas, con independencia de la cultura a la que pertenezcan o de la época en la que vivan.

Kohlberg señaló la existencia de tres niveles en el proceso de desarrollo de la conciencia moral, con dos etapas en cada nivel.
Nivel 1: PRECONVENCIONAL

§        Se tiene una actitud individualista ya que lo justo es aquello que satisface los intereses del sujeto en cada situación.

§        La moral es heterónoma, es decir, impuesta por algo externo y distinto de la conciencia. La conciencia individual no fundamenta sus juicios en principios morales libremente aceptados, sino que parte de los impulsos egocéntricos que controlan y dominan su comportamiento.




1ª Etapa



El niño obedece porque quiere evitar el castigo que pueda recibir al no cumplir las normas.
«Si no, me castigan».



Etapa
La persona desea obtener aquello que le interesa y, a cambio,


decide respetar las normas impuestas. Es consciente de que hay


otros sujetos, pero solo los contempla como instrumentos para


obtener aquello que quiere.


«Es lo que más me conviene». «Me va bien así».

Nivel 2: CONVENCIONAL

§        Se adopta el punto de vista colectivo, porque lo justo es aquello que asegura la supervivencia del grupo. El sujeto reconoce la existencia de «otros» que son iguales y con los cuales tiene intereses comunes. Lo importante es ser útil para la supervivencia de la comunidad.

§        La moral que rige la conciencia sigue siendo heterónoma porque la persona, que ahora ya es capaz de controlar sus impulsos egocéntricos, se somete a las normas «de otro», en este caso del grupo social del que forma parte, sin llevar a cabo un juicio crítico ni una aceptación libre y consciente de dichas normas.




3ª Etapa



La persona tiene la necesidad de ser aceptado y valorado por los miembros del grupo. Lo importante es ser considerado como un buen chico, actuar conforme a lo que los demás esperan de él.

«No quiero defraudarles».





Etapa

Es un deber del sujeto respetar el orden social establecido, de lo






contrario la vida en sociedad se convertiría en un caos.






«Yo cumplo con mi deber».



























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Nivel 3: POSTCONVENCIONAL

§        La conciencia personal se rige por una «moral autónoma», es decir, libre-mente aceptada y reconocida, cuyas normas, basadas en principios racionales y universales, se auto impone.

§        Dichos principios universales son analizados críticamente por la razón y considerados valiosos en sí mismos, independientemente de los intereses particulares o sociales a los que afecta su realización.




5ª Etapa



Las normas han sido aceptadas libremente por la mayoría, mediante un consenso o acuerdo general en el que se establece lo que es justo.

«Hay que respetar los derechos de los demás».





Etapa
La persona reconoce la validez universal de ciertos principios





morales y acepta que respetar estos valores es su deber. En esto





consiste actuar de manera justa.





«Lo exige la dignidad del hombre».












La libertad convierte al hombre en un ser moral por naturaleza. Si el ser humano no fuera libre, si su conducta estuviera programada, sería absurdo hablar de normas morales.

Las normas están presentes en todos los individuos. En un principio, el niño se somete a las normas que le impone la sociedad (heteronomía). Pero, poco a poco, la conciencia tiende a elaborar sus propias normas y a dirigir su conducta de forma autónoma.

En este proceso de interiorización y elaboración de las normas, estas son sometidas a un análisis crítico racional con el fin de encontrar su justificación o legitimación. Cuando la conciencia llega al nivel de la autonomía, y se autoimpone sus normas racionalmente justificadas, se convierte en el principio que dirige la conducta individual.



2.5. Valores y normas morales.

El valor moral, a diferencia de otros valores, se caracteriza porque:

a)                  Se atribuye esencialmente a la relación que existe entre un acto humano y una norma moral. Si el acto se ajusta a la norma, es justo y, en caso contrario, es injusto.



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b)                  Solo se puede atribuir a las personas. Nunca se dice de un animal o de una planta que sean justos o injustos.

c)                  Afecta a la persona en su totalidad y no solo en una parte. Se afirma de toda la persona, por ejemplo, que es honrada.

d)                  Se impone como una exigencia necesaria para todas las personas, que deben esforzarse por ser justas, sinceras, honestas, etc.



2.5.1. Origen y validez de los valores morales.
ORIGEN DE LOS VALORES





§ Los valores (como la justicia, la libertad, la igualdad, etc.) existen por sí mismos



OBJETIVISMO


al margen de que los individuos y las sociedades los conozcan, los estimen o





los pongan en práctica.







§ Se
necesita
un  orden  moral
objetivo  que
pueda  servir
de  guía  al





comportamiento humano.







§
Las personas, mediante su razón, pueden y deben descubrir los valores y





convertirlos en exigencias morales, es decir, en ideales o metas que señalan lo






que debe ser.









§ Esta postura ha sido defendida por pensadores como Platón y Max Scheler.





§ No
existen
valores  objetivos
ni  universales
que  puedan
servir  como



SUBJETIVISMO


fundamento a las normas morales.






§
Los valores son creación humana. El origen de valores como lo justo o lo





honrado  depende  de  las  apreciaciones,  las  preferencias  o  incluso  de





sentimientos, como el agrado o el deseo.






§
Esta  postura,  llevada  al  extremo,  conduce  al  subjetivismo  radical  e





individualista, para el que todo depende de la opinión de cada uno y, por






tanto, todo vale.








§ Ha sido defendido por pensadores como Nietzsche y Sartre.


VALIDEZ DE LOS VALORES

MORAL

§ Postura relacionada con el objetivismo.




§ La validez de los valores (igualdad, honradez, sinceridad, etc.) se encuentra en




sí mismos –son absolutos–. Su legitimidad no depende de que los individuos y




las diferentes culturas sepan apreciarlos.



ABSOLUTISMO





§ Los valores no están condicionados por el espacio y el tiempo (por ejemplo,




por el tipo de sociedad o la época histórica).




§ El absolutismo moral conlleva la posibilidad de caer en el dogmatismo. Esta




postura defiende que solo existe una única valoración correcta, absoluta e




incuestionable,  de  los  valores  y  las  normas.  Se  desprecian  las  demás





valoraciones.









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                                                                                        RELATIVISMO MORAL
§  
Postura relacionada con el subjetivismo.

§   Las valoraciones son relativas. Dependen de cada persona y de las circunstancias sociales, históricas e incluso biológicas en las que surgen.

§   No existen valores objetivos y universales. Las circunstancias influyen en el modo de valorar y, por tanto, en el tipo de normas que se desprendan de las valoraciones.

§   Esta postura, si se radicaliza, puede conducir a un relativismo extremo. Se puede llegar a defender cualquier actuación, por aberrante que sea, como moralmente aceptable (por ejemplo, la venganza, la ablación del clítoris, etc.).




2.5.2. ¿Hay valores morales universales?

La mayoría de los filósofos sostienen la necesidad de reconocer la validez y de establecer unos mínimos éticos universales. Para ello, hay que tener en cuenta varios puntos:

§   Las valoraciones morales las efectúan personas que están condicionadas por las circunstancias concretas en las que viven. Por este motivo, hoy no se tiene tanto aprecio a los valores que se consideraban incuestionables en otra época. Por ejemplo, la virtud en la Grecia antigua o el honor en el siglo XIX.

§   Se trata de llegar, racionalmente y a través del diálogo, a un acuerdo sobre cuáles deben ser esos mínimos objetivos y universales, que no dependan de intereses arbitrarios, egoístas y particulares.

§   Es fundamental respetar las diferencias que puedan surgir como consecuencia de los distintos contextos culturales, religiosos, etc., en los que viven los seres humanos. Debe entenderse que solo son matices de una única y misma humanidad.

El filósofo alemán Habermas, muy condicionado por el papel que jugó su país en la Segunda Guerra Mundial, presenta su teoría del consenso, con la que pretende dar respuesta a esta demanda de una ética de mínimos.

Algunos de sus puntos clave son:

§    Es necesario lograr un acuerdo de mínimos morales universales sobre los intereses, fines y necesidades que benefician a todos.

§    El medio para lograr dicho acuerdo es el diálogo racional, es decir, la comunicación entre todos los miembros de la sociedad.

§   Este diálogo debe confrontar los distintos argumentos racionales, con el fin de decidir qué es lo justo, lo correcto, etc., y los motivos racionales por lo que se debe hacer o no hacer algo.

§    Solo pueden ser válidos los valores y normas que tengan el asentimiento de todos los participantes en el diálogo. Así se cumple el requisito de universalidad



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moral y se respeta el pluralismo histórico, cultural y biológico (por eso se habla de ética de mínimos).

§    Estos mínimos quedan señalados por el respeto a la dignidad de las personas y a los derechos humanos.

§    Solamente puede realizarse tal diálogo y lograrse un acuerdo en una sociedad compuesta por personas libres, racionales e imparciales.



3.  La filosofía política.


3.1. Ética y política.

Los valores y las normas morales no existen al margen de los individuos y de las sociedades históricas. Por ello, tampoco están separadas de la organización política de dichas sociedades. Efectivamente, los valores morales como la justicia, la libertad, la igualdad, la seguridad, etc., son, en su dimensión social, ideales de convivencia.

Así, la política es, o debe ser, el conjunto de acciones, medios e instrumentos (las instituciones, los ciudadanos, etc.) que una sociedad utiliza para lograr sus ideales.

Ética y política, de hecho, deberían estar estrechamente unidas. En la Grecia clásica, por ejemplo, utilizaban el término idiotés para aplicárselo a aquella persona individualista y egoísta, preocupada solo por su interés personal. Como contrapartida, usaban el término polités para referirse al miembro activo de la polis -ciudad- como ciudadano de pleno derecho.

A partir de la modernidad, comienza a darse una separación entre lo público y lo privado. El aumento del poder del Estado va a separarle cada vez más de la sociedad civil. Por este motivo, la relación entre la ética y la política se vuelve más problemática.

La filosofía política concibe el Estado como el marco que debe posibilitar la realización del ser humano como tal. El hombre, dirá el pensador alemán Hegel, solo puede hacerse hombre en sociedad.



3.2. Naturaleza y tareas de la filosofía política.

En la actualidad, se establece la distinción entre:

§    Ciencia política. Su tarea consiste en describir, explicar y predecir (como toda ciencia) los fenómenos políticos.

§   Filosofía política. Su objetivo primordial es fundamentar racionalmente cómo debe ser el Estado. Más que dedicarse a estudiar los fenómenos políticos tal y como son, su fin es establecer cómo deben ser para que se vuelvan justos.

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La filosofía política se plantea determinados interrogantes, como:

§   ¿Es necesario que exista el Estado o debería eliminarse?

§    ¿Qué relación debe haber entre el individuo y el Estado? ¿Quién debería tener prioridad?

§    ¿Cuál es el origen del poder político? ¿Cuál debe ser su objetivo o finalidad?

§   ¿Qué condiciones debe reunir un Estado para que pueda considerarse legítimo, es decir, justo? ¿Cuál es el fundamento racional de la legitimidad o justicia del Estado?

§    ¿Debe existir alguna relación entre la ética y la política?



3.3.  La concepción filosófica del Estado.

En general, se admite que el Estado, como forma de organización social, ha existido desde los tiempos más remotos. Solo sociedades muy pequeñas podrían subsistir sin una organización estatal.

Sin embargo, a lo largo de la historia del pensamiento político han surgido teorías que defienden la desaparición del Estado. Estas teorías afirman que el Estado es un instrumento de opresión al servicio de una clase social que pretende dominar a los ciudadanos. Por eso debe desaparecer. Así, por ejemplo:

§   Las teorías anarquistas (Proudhon, Stirner, Bakunin). Son partidarias de suprimir el Estado y sustituirlo por una asociación libre de individuos, a la que se puede pertenecer o no. Su postura se fundamenta en la defensa de una libertad radical del individuo.

§   El marxismo (Marx, Engels). Defiende más bien una extinción del Estado. Cuando la sociedad llegue al comunismo, ya no habrá necesidad de reprimir a una clase social, porque existirá la igualdad entre todos los individuos. Entonces, el gobierno de las personas será sustituido por la administración de las cosas y la dirección de los procesos de producción. El Estado no es abolido, sino que se extingue o desaparece.



3.3.1. La Antigüedad: la concepción organicista.

En la Antigüedad y en la Edad Media se mantiene una concepción organicista del Estado. Así, el Estado se entiende como algo más importante que el individuo. Estas son sus tesis fundamentales:

§    El hombre es un ser social por naturaleza. Tiene necesariamente que vivir con otros para poder sobrevivir y desarrollar sus capacidades.


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§   La ética conduce a la política. El hombre sólo puede alcanzar la felicidad (ética), y por tanto el desarrollo de sus capacidades, con la ayuda de la sociedad (política).

§   El Estado tiene un carácter ético. Su objetivo es lograr el bien de la comunidad: la felicidad de los ciudadanos. Este bien común es superior a los intereses egoístas de los individuos.

§   El Estado es anterior y superior al individuo. Cada persona se debe someter al Estado y cumplir las funciones que le corresponden. El objetivo es lograr la perfecta organización del todo.

§   El Estado es un todo orgánico y los individuos son su partes (se recurre a la imagen del cuerpo de un ser vivo, en el que cada órgano debe realizar su función para que el organismo viva).



3.3.2. La Modernidad: el contractualismo clásico.

A partir del siglo XVII, el contexto histórico cambia:

§   El papel de la razón es cada vez más destacado.

§    El pluralismo religioso se ha consolidado.

§    La separación entre la Iglesia y el Estado es cada vez más importante.

El período que se abre recibe el nombre de Modernidad. Sus circunstancias conducen a que la filosofía política busque nuevos fundamentos racionales para explicar el origen del Estado y su finalidad, y para establecer unas nuevas relaciones entre el Estado y el individuo.

Las ideas principales que defienden los filósofos modernos son las siguientes:

§    Se parte de una nueva concepción del hombre, en la que se afirma que este es un ser social por convención, no por naturaleza.

§    Se destaca la importancia de la libertad intelectual y moral del individuo, que determina sus propias normas morales y la forma de conseguir la felicidad.

§   Se distingue entre la ética, que rige el comportamiento de los individuos según las normas de su conciencia, y el Derecho, que regula el comportamiento externo de las personas según unas normas impuestas por una autoridad externa a él.

§    Se mantiene una concepción individualista del Estado, ya que los intereses del individuo están por encima de los intereses colectivos.

§   El Estado debe someterse al Derecho, que es la garantía de su organización y funcionamiento. De este modo, el contractualismo abre el camino para el establecimiento de formas de gobierno liberales y democráticas.



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Las teorías contractualistas clásicas tienen como punto de partida la idea de un hipotético «estado de naturaleza» en el que los individuos vivían sin pertenecer a una sociedad organizada, y disfrutaban de los derechos concedidos por la naturaleza.

A partir de un momento determinado, los individuos sienten la necesidad de proteger sus derechos naturales. Con este fin crean un Estado, cuyas funciones y estructura están reguladas por un «contrato social», que es aceptado por todos. Así, en función de las características del contrato social, surgen los distintos sistemas políticos.

Los pensadores contractualistas clásicos fundamentan distintos sistemas políticos, según sea el tipo de contrato que proponen y la forma de gobierno que sostienen. Así, por ejemplo, Hobbes defenderá el absolutismo; Locke, el liberalismo político; y Rousseau, la democracia.



3.3.3. El neocontractualismo del siglo XX.

El neocontratualismo ya no pretende determinar el origen del Estado, sino establecer qué condiciones se necesitan para hablar de un Estado justo o de la legitimidad de un Estado. Tal consideración ya la había anticipado Kant (siglo XVIII) cuando afirma que:

El acto por el que el pueblo mismo se constituye como Estado -aunque propiamente hablando, solo la idea, que es la única por la que puede pensarse su legalidad- es el contrato originario según el cual todos en el pueblo renuncian a su libertad exterior, para recobrarla enseguida como miembros de una comunidad, es decir, como miembros del pueblo considerado como Estado.

Los creadores del neocontractualismo reconocen explícitamente que su visión deriva del contractualismo kantiano. Su finalidad se concreta en establecer un procedimiento racional para definir los principios éticos que deben regir la sociedad y a los que debe someterse un Estado justo. Para ello recurren a ficciones o situaciones utópicas como la posición original -Rawls- o la comunidad ideal de diálogo -Apel y Habermas-, y que las estudiaremos más adelante.


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Anexo I:

Kohlberg -cuya teoría del desarrollo moral acabamos de ver- propuso un procedimiento para determinar el estadio moral en que uno pueda encontrarse: los dilemas morales. He aquí uno de los dilemas propuestos por el mismo Kohlberg y el más conocido:

En Europa hay una mujer que padece un tipo especial de cáncer y va a morir pronto. Hay un medicamento que los médicos piensan que la puede salvar. Es una forma de radio que un farmacéutico de la misma ciudad acaba de descubrir. La droga es cara, pero el farmacéutico está cobrando diez veces lo que le ha costado a él hacerla. Él pagó $ 200 por el radio y está cobrando $ 2.000 por una pequeña dosis del medicamento. El esposo de la mujer enferma, Heinz, acude a todo el mundo que conoce para pedir prestado el dinero, pero sólo puede reunir unos $ 1.000, que es la mitad de lo que cuesta. Le dice al farmacéutico que su esposa se está muriendo y le pide que le venda el medicamento más barato o le deje pagar más tarde. El farmacéutico dice: "No; yo lo descubrí y voy a sacar dinero de él". Heinz está desesperado y piensa en atracar el establecimiento para robar la medicina para su mujer.

1.      ¿Debe Heinz robar la medicina? ¿Por qué o por qué no?

2.      Si Heinz no quiere a su esposa. ¿Debe robar la droga para ella? ¿Por qué o por qué no?

3.      Suponiendo que la persona que se muere no es su mujer, sino un extraño, ¿debe Heinz robar la medicina para un extraño? ¿Por qué o por qué no?

4.      (Si estás a favor de robar el medicamento para un extraño.) Supongamos que se trata de un animal que él quiere. ¿Debe robar para salvar al animal? ¿Por qué o por qué no?

5.      ¿Por qué debe la gente hacer cualquier cosa por salvar la vida de otro, de todas formas?

6.      Está contra la ley el que Heinz robe. ¿Le hace esto moralmente malo? ¿Por qué o por qué no?

7.      De todos modos, ¿por qué debe la gente generalmente hacer todo lo que pueda por evitar ir contra le ley?

7a. ¿Cómo se relaciona esto con el caso de Heinz?













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