miércoles, 15 de mayo de 2019

Unidad 7: Naturaleza y cultura en el Ser Humano.

LLuvía de Ideas: ¿Cuál crees que es la principal característica definitoria del ser humano?
Investiga,descubre y aplica:

Actividad 1:¿Qué es la antropología y cuál es su objeto de estudio? ¿En qué ramas puede dividirse?
Actividad 2:¿Qué se entiende por “explicaciones preevolucionistas” sobre el origen del ser humano? ¿En qué consisten?
Actividad 3:¿En qué consisten las explicaciones evolucionistas· sobre el ser humano?
Resume los aspectos más importantes de lo que se conoce como “proceso de hominización
Actividad 4:¿Qué es la cultura? ¿Es algo exclusivo del ser humano? ¿De qué maneras puede transmitirse?
Actividad 5:¿Qué tipos de información pueden distinguirse en la cultura humana?
Actividad 6:¿Qué se entiende por “diversidad cultural”? ¿Qué posturas cabe adoptar ante la misma?
Actividad 7:Una de las cuestiones más discutidas y todavía abiertas en antropología es la de la agresividad humana y el altruismo. ¿Cuáles son las posturas más importantes en este debate?
Actividad 8: Redacta un breve texto en el que comentes las impresiones e ideas que te han surgido tras estudiar el presente tema. ¿Crees que te ha servido para algo este aprendizaje? ¿Para qué?
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FILOSOFÍA (1 º DE BACHILLERATO) - 
INDICE DE LOS APUNTES PARA EXAMEN:

1. La reflexión filosófica sobre el ser humano– La antropología– División de la antropología
2. La naturaleza humana y el proceso de hominización:

– Explicaciones preevolucionistas
– Explicaciones evolucionistas
– La evolución del ser humano
– El proceso de hominización
– La aparición del lenguaje articulado
3. La cultura y el proceso de humanización
– La cultura como factor humanizador

– Diversidad cultural
4. Algunos debates en antropología
– Agresividad, genética y altruismo



   UNIDAD 7:NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO

 

1. La reflexión filosófica sobre el ser humano Las preguntas acerca de quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos… en qué consiste nuestra condición, qué nos diferencia de los animales, cuál es nuestro origen como especie, qué somos realmente… forman parte de los interrogantes que el ser humano se ha planteado desde la Antigüedad.
 – La antropología La investigación que responde al esfuerzo por tratar de contestar estas preguntas ha dado lugar al surgimiento de una disciplina específica que se dedica al estudio del ser humano en todas sus facetas: la antropología. 
El término antropología procede del griego, de los conceptos anthropos (ser humano) y lógos (estudio o conocimiento). La antropología estudia el examen de la evolución biológica de nuestra especie, el estudio de los distintos tipos de sociedades humanas, la comparación entre los distintos modos de organización social, etcétera. Aunque las preocupaciones de carácter antropológico han estado presentes desde la Antigüedad en todas las sociedades, podemos señalar como ejemplos de precedentes de la antropología los estudios médico-anatómicos de los médicos Hipócrates de Cos (460-370 a. C.) y Galeno de Pérgamo (129-216). Asimismo, en el aspecto cultural, Heródoto de Halicarnaso (484-425 a. C.), considerado el “padre de la historia” en el mundo occidental, describió la organización y costumbres de los diferentes pueblos de su tiempo. No obstante, no fue hasta el descubrimiento de América que la antropología recibió un excepcional impulso: los europeos entran en contacto directo con las culturas aborígenes de México, Colombia, Perú, etc, descubriendo formas de vida muy diferentes. Más adelante, en 1749, Georges Louis Leclerc (1707-1788), conocido como el conde de Buffon, publica su Historia natural del hombre, momento en el que se considera que la antropología alcanza su madurez. Tras la clasificación de las especies que llevó a cabo Carl von Linné (o Carlos Linneo), el ser humano quedó incluido como objeto de estudio de la ciencia natural. Linneo (1707-1778) introdujo la expresión Homo sapiens en la décima edición (1758) del Systema naturae. Por qué no apareció en las ediciones anteriores, es evidente: Linneo no se había atrevido a incluir al ser humano en la clasificación del mundo animal. Adquirió, entonces, su denominación taxonómica: Homo sapiens, orden primates, clase mamíferos, subfilo vertebrados, filo cordados. Ya en el siglo XIX, las teorías de Charles Robert Darwin (1809-1882) y los viajes a países exóticos propiciaron la aparición de la antropología como disciplina científica. 
– División de la antropología Puede distinguirse entre una antropología de tipo filosófico y otra de tipo científico, dependiendo del objeto y del método de aproximación al mismo:
 ● La antropología filosófica consiste en una investigación global sobre la naturaleza humana, sobre nuestra identidad frente a los demás seres, intentando definir, para ello, los rasgos esenciales del ser humano. Es una preocupación que acompaña a la historia del pensamiento desde sus orígenes. El método de trabajo de la antropología filosófica consiste en la reflexión a partir de los datos proporcionados por las ciencias sociales (historia, sociología, economía, etc.) y de las ideas generadas por el propio pensamiento filosófico a lo largo de su historia. 
● La antropología científica es una disciplina con un origen más reciente, y sus teorías y afirmaciones proceden de los datos recogidos mediante la observación. Surgió en la segunda mitad del siglo XIX, alentada por el desarrollo de la teoría de la evolución. Se ocupa tanto de la dimensión biológica del ser humano como de la dimensión cultural. Por ese motivo,  actualmente se distinguen dos grandes ramas dentro de la antropología científica: la antropología física y la antropología cultural.
 1. La antropología física estudia los aspectos biológicos propios del ser humano; es decir: el ser humano en tanto que organismo animal. Así, la antropología estudia el ser humano en tanto que producto de la evolución biológica (estudia los cambios experimentados por la especie desde su aparición en la prehistoria); también describe las diferencias físicas observables entre los seres humanos y el resto de homínidos; además, distingue entre las variedades físicas observables entre los distintos grupos étnicos que componen la humanidad actual.
 2. La antropología cultural estudia el origen, desarrollo, estructura y características de la cultura humana, tanto en las sociedades pasadas como en las actuales. Por cultura se entiende todo comportamiento aprendido en el marco social: se estudian las estructuras políticas, sociales y económicas; las relaciones de parentesco; los mitos y rituales religiosos; y la producción artística y técnica. Tanto la antropología física como la cultural trabajan en estrecha colaboración con otras ciencias. La antropología física con las siguientes: anatomía humana, físiología, paleontología, genética, biología molecular, primatología… La antropología cultural con las que siguen: etnografía, arqueología, lingüística, antropología física… La antropología física estudia el proceso de hominización para obtener conclusiones acerca de en qué consiste la naturaleza humana desde el punto de vista biológico; la antropología cultural, por su parte, atiende al proceso de humanización, que estudia la cultura como principal factor humanizador. 2. La naturaleza humana y el proceso de hominización A la pregunta por el origen del ser humano (antropogénesis) se han dado muchas y diversas respuestas. Puede decirse que las más relevantes pueden dividirse en explicaciones preevolucionistas y explicaciones evolucionistas. 


–Explicaciones preevolucionistas: Los primeros filósofos griegos, como Platón o Aristóteles, creían que las especies que habitan nuestro planeta habían sido siempre tal y como hoy las conocemos: es decir, no habrían sufrido cambios desde el origen de los tiempos. Son los individuos particulares los que sufren modificaciones a lo largo de sus vidas, pero las especies se mantienen constantes, son siempre las mismas (cada caballo nace y muere, pero la especie “caballo” permanece y perdura eternamente. La aparición de las especies podría haber ocurrido por generación espontánea, o por medio de la voluntad divina que las había creado, como explican muchas religiones y culturas. Por ejemplo, la tradición bíblica explicaba el origen del ser humano por medio de la teoría del creacionismo, sustentada en una interpretación literal del Génesis. Sus tesis básicas: creación separada y definitiva de todas las especies vivas, y creación del ser humano por Dios, a su imagen y semejanza. Estas concepciones partían de un supuesto fijista, según el cual las especies permanecen inamovibles a lo largo del tiempo. Por ejemplo, según este supuesto, el caballo y el asno no procederían de un antepasado común ya extinguido, sino que ambas especies existirían desde el principio de la vida tal y como hoy las conocemos. En el siglo XVIII, el creacionismo fijista tuvo defensores como Linneo (1707-1778) y Georges Cuvier (1769-1832), quien creía que todas las especies habían sido creadas directamente por Dios (creacionismo).
– Explicaciones evolucionistas En 1859 publicó Charles Darwin El origen de las especies, obra que supuso la quiebra de las doctrinas fijistas que imperaban hasta ese momento, las cuales ya habian sido cuestionadas medio siglo antes por parte del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) en su libro Filosofía zoológica. Pero fue Charles Darwin quien sentó las bases de las explicaciones evolucionistas actuales. Su teoría puede sintetizarse en tres tesis fundamentales:
● Las especies tienen lugar por transformaciones continuadas. Todas las especies, botánicas y zoológicas (incluida la especie humana), provienen de otras anteriores por medio de cambios graduales.

 ● La selección natural es el principio explicativo de la evolución. Entre los muchos cambios que se producen espontáneamente en las especies, solo perduran y se transmiten aquellos que resultan más eficaces en la lucha por la vida. Los individuos mejor dotados, los que se adaptan al medio, sobreviven y transmiten hereditariamente sus características. 
● El ser humano desciende de antiguos primates. Como los demás animales, procede por evolución de especies anteriores ya extinguidas. La teoría darwinista, sin embargo, no explicaba los mecanismos que determinaban qué características se transmitían de generación en generación, ni de qué manera lo hacían. La ausencia de una teoría que diera cuenta de cuáles eran los factores que influían en la herencia biológica de los caracteres fue subsanada por Gregor Mendel (1822-1884). Siete años después de la publicación de El origen de las especies, este religioso agustino formuló una teoría de la herencia en la que aseguraba que los caracteres hereditarios están determinados por factores específicos, los cuales fueron llamados, más adelante, genes. Los estudios de Mendel iniciaron una larga y fecunda tradición de investigadores sobre la herencia biológica, que dio como resultado las doctrinas mutacionistas, las cuales explican los cambios en las características de las especies a partir de alteraciones o mutaciones en el material genético. La combinación de la teoría de la selección natural y las doctrinas mutacionistas es la base de las teorías sintéticas o neodarwinistas.
Aunque estas teorías aportan constantemente datos nuevos, lo cierto es que todavía existen muchas lagunas. Algunas de estas lagunas se refieren al hecho de que según el registro fósil encontramos a menudo especies que se mantienen estables durante un largo tiempo y después sucede que desaparecen o se transforman en otra de un modo aparentemente brusco o en un tiempo relativamente breve. ¿Cómo encajar esto con la idea de un proceso gradual y continuado? Según la propuesta de los biólogos Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, presentada en 1972, hay que ir hacia una teoría del equilibrio puntuado o equilibrio interrumpido, según la cual la evolución avanzaría a saltos y no con un ritmo uniforme. Muchas veces, el paso de una especie a otra no obedece a una lenta transformación de la primera a la segunda, sino que, en algún momento, tendría lugar una macromutación positiva, es decir, una mutación a gran escala que, aunque lo más habitual es que fuese desfavorable, en algunos casos excepcionales podría resultar adaptativamente favorable. No obstante, todavía los investigadores siguen discutiendo acerca de cuáles son los mecanismos que han dado lugar a la evolución de las especies.

 – La evolución del ser humano una vez que las teorías evolucionistas proporcionaron las líneas maestras de la evolución, ciencias como al paleontología, la biología, la genética y la inmunología ¿Soy un mono?,  escalones de este proceso. La ciencia va explicando cómo a partir de los primeros organismos multicelulares se llega hasta el ser humano. Las clasificaciones que muestran los orígenes del ser humano a partir de la evolución de los primates están sujetas a frecuentes cambios, dada la rapidez con que avanzan las investigaciones en este campo. El ser humano está emparentado con especies como el chimpancé, el gorila o el orangután. Según los expertos, la bifurcación de la rama de los hominoideos en póngidos y homínidos se produjo hace unos 5 o 10 millones de años. Dentro de los homínidos, la evolución humana parece que se ha producido del siguiente modo. El homínido más antiguo conocido fue el Ardipithecus ramidus (4,4 millones de años). 
Posteriormente, apareció el género Australpithecus (2-4 millones de años), cuyo representante más antiguo fue el Australopithecus afarensis. Al parecer, este dio lugar a dos líneas evolutivas: una extinguida (Paranthropus aethiopicus) y otra que evolucionó hasta el ser humano actual. A partir de esta segunda línea apareció una especie considerada ya humana, el Homo habilis, con el que se produjo un aumento de la capacidad craneal y cambios culturales destacables. Al Homo habilis lo sucedió el Homo erectus, que evolucionó en África hace unos 1,8 millones de años. Siguiendo esta línea evolutiva llegamos hasta el Homo sapiens, nuestra especie, surgida aproximadamente hace unos 200.000 años. La antropología y la paleontología son ciencias que avanzan de modo incesante con cada nuevo descubrimiento. Pero los continuos hallazgos todavía no nos permiten desvelar definitivamente de dónde y cómo surgió nuestra especie.
 Existen dos teorías al respecto: la teoría del candelabro y la del arca de Noé. La primera afirma que el origen del ser humano es multirregional: se produjeron diferentes procesos evolutivos en distintos lugares del mundo, y hubo un intercambio genético entre las poblaciones existentes. Por ese motivo, el origen del ser humano podría haberse dado en cualquiera de estos lugares. Esta teoría se apoya en las importantes cantidades de fósiles encontradas en distintas partes del mundo. La otra teoría, la llamada “del arca de Noé”, afirma que el ser humano actual tiene un origen único situado en el continente africano: los actuales humanos habrían emigrado desde África y ocupado progresivamente otras partes del planeta. Estudios genéticos recientes sobre la herencia del ADN darían apoyo a esta teoría. – El proceso de hominización Algunos de los cambios morfológicos más importantes que supusieron la aparición de los seres humanos son los siguientes: 
● Posición erguida (bipedestación). Los antepasados del ser humano 
● Desarrollo cerebral. Entre el Australopithecus y nosotros, el cerebro triplica su tamaño y se hace más complejo. Aunque no se conocen con exactitud las causas que motivaron este aumento cerebral, muchos estudios coinciden en destacar que la liberación de las manos pudo ser el estímulo de este desarrollo. Cuanto mayor sea la pericia en el manejo y fabricación de objetos, mayor será la capacidad para concebirlos. Y viceversa: a mayor capacidad cerebral, mayor destreza manual. El desarrollo cerebral del ser humano fue el elemento que posibilitó la aparición de las capacidades técnicas (de fabricar y utilizar instrumentos para modificar el entorno y satisfacer sus necesidades) como simbólicas (de crear y expresarse por medio de símbolos, signos que están en lugar de otra realidad a la que representan y substituyen).
 – La aparición del lenguaje articulado aunque el origen y la causa exacta de la aparición de la capacidad cognitiva más asombrosa del ser humano -a saber: el lenguaje- sigan siendo un misterio, sí sabemos que ha sido la responsable del apogeo de la cultura humana. Gracias al lenguaje, el ser humano es capaz de realizar generalizaciones y abstracciones, y referirse a realidades pasadas, futuras o imaginarias. Los animales, aunque pueden emitir y entender signos que expresen emociones básicas, como dolor, alegría, temor, rechazo o atracción, no pueden expresar realidades más complejas, como instrucciones, teorías, reglas o valoraciones. El ser humano, en cambio, sí puede hacerlo mediante el lenguaje. Por eso, muchos pensadores consideran que el lenguaje supone una diferencia cualitativa; es decir, un rasgo específicamente humano. Existen diversas teorías acerca del origen del lenguaje tal y como lo conocemos hoy. Se supone que el lenguaje articulado ha derivado de un primer lenguaje gestual, en el que los homínidos se comunicarían a partir de gestos más o menos acompañados de sonidos. ¿Cómo, cuándo y por qué los gestos dieron lugar a la comunicación articulada?
Existen diversas hipótesis:

● Una mutación genética sería la causante de esa especialización. En cualquier caso, habría sido múltiple y comportaría un largo proceso, pues habría debido de producir cambios en la organización del cerebro, el conducto vocal y el sistema auditivo.

● El aumento progresivo de la inteligencia general favorecería la aparición y el crecimiento de la capacidad simbólica y lingüística.

 ● La generalización de señales gestuales de alarma y aviso provoca que estas se vayan combinando paulatinamente con señales vocales, cuya utilidad haría que fueran imponiéndose, originando finalmente un lenguaje exclusivamente vocal, el cual simbolizaría objetos y situaciones ("comida", "enemigo"...).Es posible que las tres teorías anteriores sean complementarias y, lejos de excluirse mutuamente, compongan una explicación multicausal del origen del lenguaje
En cualquier caso, parece claro que para que apareciese el lenguaje en los homínidos tuvieron que darse varias condiciones: una predisposición para comunicarse, la capacidad de imitar sonidos, la inteligencia necesaria para aprender a poner nombre y relacionar entre sí clases de objetos y fenómenos, y la sensibilidad a las diferencias de orden en las secuencias de sonidos.

 3. La cultura y el proceso de humanización 
Como hemos visto, el proceso evolutivo va desde las formas más antiguas de primates hasta nuestros antepasados homínidos más próximos. En este proceso de millones de años no solo se produce la hominización (aparición del género Homo y de todas sus especies), sino que también se produce la humanización (el conjunto de características culturales que van desarrollando los seres humanos).
 – La cultura como factor humanizador Si la determinación biológica y genética con la que venimos al mundo constituye lo que consideramos nuestra dimensión natural, nuestra dimensión cultural, en cambio, se compone de todo aquello que es adquirido socialmente: conocimientos, técnicas, hábitos, normas y formas de vida. Así pues, podemos decir que la cultura es el conjunto de informaciones que se adquieren a través del aprendizaje social, el cual puede darse por imitación, por enseñanza o por asimilación o costumbre en su uso. Así entendida, no puede afirmarse que la cultura sea algo exclusivamente humano: también los animales, incluso los que no son primates, tienen algún tipo de cultura, ya que son capaces de transmitirse conductas adquiridas socialmente. Por ejemplo, los chimpancés aprenden el uso de diversas herramientas mediante la observación de otros chimpancés, las orcas tienen una alta capacidad para imitar que aplican en sus técnicas de caza, algunos pájaros aprenden sus cantos por imitación, etc. Conforme las líneas evolutivas se van aproximando a nosotros, su dotación para lo cultural mejora extraordinariamente. Sin embargo, algo diferencia estas formas de cultura de la humana: en el ser humano, aunque la adquisición de nuevas costumbres puede darse, como en los animales, por imitación, existe una forma de transmisión cultural específica: la transmisión a través del lenguaje, el modo más evolucionado de comunicación. A partir del lenguaje, los sonidos se estructuran para dar lugar a sílabas, palabras, oraciones… el lenguaje articulado se considera una cualidad específicamente humana y una condición necesaria para el desarrollo de la cultura. El lenguaje permite el pensamiento y la comprensión de la realidad. Gracias a él, la especie humana puede transmitir la información sin que sea necesario el contacto directo entre los miembros del grupo. Mediante el lenguaje es posible la transmisión y asimilación de nuevas conductas, técnicas, conocimientos o información, a distancia. De este modo, los nuevos contenidos culturales se heredan de generación en generación, acumulándose e incrementándose con el paso del tiempo. Puede decirse, pues, que el lenguaje es la causa del carácter acumulativo de la información cultural y la principal diferencia entre el ser humano y el resto de animales. Si se compara la cultura que ha producido el ser humano con la creada por algunos grupos de animales, destaca de la cultura humana su dinamismo y su gran variedad y riqueza. Como vimos antes, los organismos se adaptan al medio por selección natural, de manera que los cambios genéticos se mantienen según su eficacia en la supervivencia. El ser humano, en cambio, gracias a la cultura puede llegar a modificar su propio medio, por cual puede decirse que la cultura tiene un valor adaptativo.
 – Diversidad cultural Más que la biología o la genética, como hemos visto, parece que lo que diferencia a los seres humanos del los demás animales es el hecho cultural. En este sentido, se habla de cultura en singular. Pero lo cierto es que hay que señalar que no existe una sola cultura, sino muchas. Hoy en día conviven en nuestro planeta multitud de culturas: rural, urbana, oriental, musulmana, cristiana, latina, protestante, norteamericana… Esta pluralidad se conoce con el nombre de diversidad cultural. Las grandes ciudades contemporáneas, como Nueva York, Hong Kong, por ejemplo, o Madrid y Barcelona, en España, son ejemplos de convivencia de etnias y culturas diferentes, así como de gente de diversas procedencias. La variedad de culturas es consecuencia de una característica propia del ser humano: está programado para responder de una manera fija, sino que poseemos cierta libertad para determinar nuestra propia conducta. Así, mientras que los animales suelen reaccionar de un modo limitado ante los estímulos de la naturaleza, el ser humano posee libertad e inteligencia para elegir la respuesta que considera más adecuada en cada caso.
 Tal vez por este motivo los distintos pueblos han creado su propia forma de vida, la cual se ha adaptado a las condiciones ambientales en las que se ha desarrollado. Cuando nos encontramos ante formas de vida diferentes a las nuestras podemos reaccionar de diversas maneras. Pueden darse varias posturas: etnocentrismo, racismo, xenofobia, relativismo, universalismo, interculturalismo… Como es sabido, una de las causas de la diversidad cultural es la falta de contacto en que vivían los distintos pueblos del mundo. Sin embargo, en la actualidad, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación está borrando las distancias y reduciendo el aislamiento. Aunque todavía existen zonas profundamente aisladas, lo cierto es que el contacto cultural es cada vez mayor. Por eso se dice que estamos viviendo un proceso de convergencia cultural sin precedentes. Este contacto y proximidad entre los diversos pueblos produce un fenómeno que se ha llamado contagio cultural: el conocimiento de otros modos de vivir, de otras costumbres y creencias, posibilita que adoptemos algunos de estos nuevos elementos cuando los consideremos útiles. La asimilación de rasgos propios de otros pueblos hace que, cada vez, seamos más parecidos entre los humanos. Esto puede tener un lado negativo si implica la imposición del modo de vida de aquellos países más poderosos sobre aquellos más pobres. De hecho, algunos críticos consideran que este proceso de convergencia cultural es, en el fondo, una suerte de etnocentrismo camuflado de la cultura occidental, en el cual la globalización estaría escondiendo un proyecto homogeneizador, que haría que se perdieran las ricas peculiaridades culturales de los diversos pueblos de la Tierra. Por ello, desde esta óptica, algunos cuestionan que sea deseable este proceso globalizador-homogeneizador. 
4. Algunos debates en antropología
 Una de las temáticas científicas y filosóficas más discutidas en el ámbito de la antropología trata de la cuestión acerca de cuánto hay en nosotros que sea producto de nuestra herencia biológica (de nuestra naturaleza) y cuánto es producto de la influencia que hemos recibido a través de la educación y de la sociedad (nuestra cultura).
 – Agresividad, genética y altruismo Al hablar de naturaleza y cultura, uno de los puntos que más discusión generan es la cuestión de cómo interpretar la relación entre ambas. Se dan diferentes opiniones. Hay, por ejemplo, quien entiende que el ser humano nace con una tendencia natural al egoísmo y la agresividad: “el hombre es un lobo para el hombre” [afirmación que se encuentra formulada en varios autores, desde el comediógrafo latino Tito Maccio Plauto (254-184 a. C.) a, siglos después, Thomas Hobbes (1588-1679) y Sigmund Freud (1856-1939)].
 En El malestar en la cultura, publicada en 1930, Freud destaca que los seres humanos nacemos con una pulsión o impulso innato hacia la competitividad y la violencia, a la que llamamos Thanatos o pulsión de muerte, además de nacer también con una pulsión de vida, que llama Eros, la cual recoge el impulso sexual y de autoconservación. Según Freud, las personas tenemos que reprimir parcialmente la satisfacción de nuestros deseos, que provienen de ambas pulsiones, para poder vivir en sociedad. Si las personas diéramos rienda suelta a nuestros impulsos naturales sin ningún freno, la convivencia sería imposible. Así, la cultura se encarga de poner freno a esos impulsos: la cultura nos enseña a reprimirnos. Ahora bien, si ese nivel de represión que la cultura nos impone resulta excesivo y no nos permite canalizar de ningún modo nuestras tendencias naturales, se genera en el ser humano un malestar que deriva en infelicidad. Como es natural, hay otros pensadores con enfoques muy distintos al freudiano o, en general, a aquellos que imaginan esas tendencias naturales negativas del ser humano. Así, algunos apuntan hacia una bondad natural del ser humano que, sin embargo, se va viendo dañada a medida que vamos creciendo y vamos descubriendo cómo funciona la sociedad, la injusticia reinante debida al desigual reparto de la riqueza, la diferencia de oportunidades, etc. El filósofo ilustrado Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) lamentaba cómo la cultura había convertido al ser humano en alguien peor, moralmente hablando, al haber fomentado constantemente la tendencia a la competitividad de unos con otros. Según esta visión, pronto aprendemos que para ser competentes socialmente hemos de desarrollar determinadas “habilidades” como la hipocresía o la mentira, por lo que el resultado de la socialización sería la pérdida de la inocencia inicial y la adquisición de maneras de hacer innobles pero imprescindibles: la socialización no nos haría mejores personas, sino todo lo contrario. El fundador de la etología (la ciencia que estudia el comportamiento animal), Konrad Lorenz (1903-1989), se posicionó en la línea de Freud al destacar la existencia de un instinto agresivo, uno de los cuatro fundamentales según él, común a todos los animales junto con el hambre, el sexo y el miedo. En su libro Sobre la agresividad, publicado en 1963, Lorenz señala que esta no solo tiene un carácter reactivo, es decir, no se pone en marcha solo para defenderse, sino que en ocasiones dicho instinto se activa espontáneamente a causa del deseo de demostrar la fuerza y establecer jerarquías. Además, Lorenz ve algunas bondades en el instinto agresivo desde el punto de vista de la conservación de la especie, incluso en los humanos. Por ejemplo, según Lorenz el impulso agresivo sirve, paradójicamente, para favorecer los vínculos de amistad en los grupos humanos: estos se cohesionan para al establecer pactos de no agresión dentro del grupo, a base de desviar la agresividad hacia otro grupo, a quien pasa a verse como rival o enemigo. Uno de los discípulos de Lorenz, el fundador de la etología humana, Irenäus Eibl-Eibesfeldt, en oposición a las tesis de su maestro, defendió una posición más afín a Rousseau. 

En su obra Amor y odio, de 1970, defendió que no era tan evidente que hubiera una agresividad natural innata en el ser humano y afirmó que las causas de las acciones violentas había que buscarlas, fundamentalmente, en la desigualdad en la distribución de los bienes y a las numerosas leyes que protegen un régimen injusto. Según Eibl-Eibesfeldt, podemos ser optimistas respecto a la posibilidad futura de un mundo en paz, siempre y cuando la vida de las personas pudiera desarrollarse en un marco de justicia social. Más recientemente, han surgido los estudios de la llamada sociobiología, disciplina inaugurada por Edward Osborne Wilson, que publicó en 1975 su obra Sociobiología: la nueva síntesis. Los científicos de este campo tratan de explicar cómo fueron seleccionados evolutivamente de forma favorable los comportamientos altruistas, puesto que estos favorecían a los individuos que efectúan dichos comportamientos con una mayor transmisión de los propios genes. Se destacó, de este modo, la noción de “altruismo genético”, que da a entender que cuando se actúa generosamente, se hace en virtud de que esos genes le llevan a uno a actuar así porque advierten que eso es lo más conveniente para ellos, pues mejoran las probabilidades de transmitirse a la siguiente generación. Este enfoque recibió rápidamente numerosas críticas por parte de otros científicos, por entender que se trataba de un reduccionismo genético, de un determinismo de la biología que conllevaba la negación de la libertad humana. El debate continúa abierto. 


                                                   Marina Toste.


lunes, 22 de abril de 2019

Unidad 4 :Las Cosmovisiones.




Unidad 6 :Las Cosmovisiones 


Lluvia de ideas :¿Qué crees que es una cosmovisión?
Actividad 1:  Visualizamos vídeos en clase, pizarra digital .
Primera parte ,Cosmovisiones



Actividad 3:¿Qué sabes sobre el Universo? Reconocemos nuestros conocimientos previos.
A partir de lo que saben deben crear un paradigma del universo ,cómo creen que es el universo para ello debes usar la imaginación y plantearse autenticas cuestiones propias del universo 
Actividad 4 Investigación: De forma cooperativa busca como era el cosmos para Aristóteles y que aportaciones hace Ptolomeo a la astronomia.
Actividad 5: En la Modernidad Copérnico y el Heliocentrismo dan una vísión moderna del universo
¿Cuál es esa visión?
Actividad 6:¿ Cuáles son y en qué consisten las observaciones de Bruno, Brahe y Kepler?
Actividad 7: La nueva física , se inicia con Galileo y Newton ,cooperativamente  explicita por escrito  en qué consiste la nueva física y qué aportan Galileo y Newton.
Actividad 8: En la cosmovisión actual , Einstein y la teoría de la relatividad suponen un nueva cosmovisión  dando paso a la física cuántica ,expongan de forma cooperativa en que consisten .


Esquema de esta Unidad de Aprendizaje 6 : Las Cosmovisiones .

1. ¿Qué es una cosmovisión?– Cosmovisiones míticas– Cosmovisiones científicas
2. El cosmos aristotélico
– Las aportaciones de la astronomía: Ptolomeo
– Implicaciones filosóficas
3. La visión moderna del universo
– Copérnico y el heliocentrismo
– Las observaciones de Bruno, Brahe y Kepler
– La nueva física: Galileo y Newton
– Implicaciones filosóficas
4. La cosmovisión actual
– Einstein y la teoría de la relatividad
– La física cuántica

– Implicaciones filosóficas
UNIDAD 6, FILOSOFÍA (1 º DE BACHILLERATO) 
 COSMOVISIONES:

  • ANTIGUA
  • MODERNA 
  • CONTEMPORÁNEA 
 1. ¿Qué es una cosmovisión? La filosofía, según Aristóteles, surgió del maravillarse ante la naturaleza, ante la φύσις (physis): tras el aparente caos de los fenómenos que observamos, de lo siempre cambiante, tal vez debía de esconderse un orden preciso, matemático: la ley a partir de la cual se pueda explicar la naturaleza. 
Los primeros filósofos occidentales, aquellos que iniciaron, según dice la tradición, a partir del siglo VI a. de C., el paso del mito al logos, se maravillaron ante la gran diversidad de objetos de toda clase que contemplaban ante sí. Se plantearon si quizá podía suceder que todos ellos no fueran otra cosa que formas distintas de manifestarse uno o varios elementos fundamentales. Y, de este modo, intentaron dar una respuesta a la pregunta acerca del origen y constitución del cosmos. Trataron de determinar el “principio” (arché) último y eterno del que todo procede y del que todo se compone. Y la gran novedad es que ya no buscaron este principio en realidades antropomórficas (los dioses), sino en lo que llamaron “naturaleza” (physis). Pero este interés por la naturaleza y el deseo de explicar su funcionamiento está también, naturalmente, presente en las demás culturas o civilizaciones, aunque no siempre todas ellas hayan elaborado explicaciones de carácter filosófico o científico para darles respuesta. 
Así ocurre con antiguas civilizaciones ya desaparecidas, en las que, de generación en generación, se transmitían historias y relatos que hacían referencia al origen del cosmos y al vínculo existente entre el ser humano y el mundo. Conocer estas concepciones nos ayuda, tal vez, a tomar conciencia sobre nuestras propias creencias acerca del universo: ¿cómo se ha formado el mundo que nos rodea? ¿cuál es la estructura del universo? Asimismo, podemos preguntarnos de qué modo se han formado estas ideas y si han permanecido igual desde la Antigüedad o bien se han ido transformando. Para hacer referencia a este conjunto de ideas sobre el mundo que comparten los habitantes de una misma civilización, cultura o sociedad se recurre a la noción de cosmovisión. El término cosmovisión proviene de la palabra griega cosmos, cuyo significado es belleza, armonía, orden. Se empleaba en la Antigüedad para referirse al universo, entendido como una totalidad ordenada. Por lo tanto, cosmovisión, como sugiere la palabra, significa simplemente “visión del universo”, que puede cambiar según la cultura o la época. Así, este término alude al conjunto sistemático de creencias y concepciones que influyen en la manera de percibir la realidad de un grupo de personas. Las primeras cosmovisiones que aparecieron tenían un fundamento mítico. – Cosmovisiones míticas Resulta evidente que el interés por el mundo natural y los fenómenos celestes es anterior a la filosofía y a la ciencia y puede rastrearse hasta varios miles de años antes de que los humanos aprendieran a escribir y leer. En la prehistoria, los moradores de las cavernas sabían cómo comunicarse por medio de imágenes, como sabemos gracias al arte rupestre encontrado en las cuevas de Lascaux en Francia o en la cuevas de Altamira en España, por ejemplo. Tal vez ese arte rupestre tenía un significado astronómico: los bisontes de Altamira podrían estar representando constelaciones del firmamento. Si es así, esto es una prueba de que ya hace más de diez mil años el Homo sapiens sentía asombro ante el universo. Otra prueba de diferente tipo, y relacionada con un período posterior en la cultura prehistórica, es la que ofrecen los enormes conjuntos de piedras -megalitos- que se encuentran en muchos lugares de Europa. especialmente en Gran Bretaña, y que datan aproximadamente del 3500 a. de C. El más famoso es Stonehenge, en el sur de Inglaterra. ¿Con qué propósito fue construido Stonehenge? No se sabe todavía con certeza, pero se acepta hoy generalmente que en parte servía para fines astronómicos, que era un templo astronómico, un enorme observatorio. Parece, pues, que los seres humanos, incluso en eras prehistóricas, tenían un gran interés en los fenómenos astronómicos y los movimientos de los astros. Aunque no disponemos de información acerca de cómo estos hombres y mujeres concebían el cosmos, de qué imagen de la estructura o del nacimiento del universo tenían. Los antiguos egipcios concebían el mundo como dividido en tres partes: la Tierra plana, en el centro, dividida por el Nilo y rodeada por un gran océano; encima de la Tierra se encontraba el cielo, sostenido por cuatro soportes. Debajo de la Tierra estaba el submundo, llamado Duat, donde estaban las cosas ausentes del mundo visible, ya fueran personas fallecidas o el Sol después de haberse hundido por debajo del horizonte. La cosmología mesopotámica fue esencialmente una historia mitológica, la cual guarda similitudes con la contada en Egipto: el universo estaba gobernado por tres dioses, cada uno de ellos con su respectivo dominio. El cielo era gobernado por Anu; la Tierra y las aguas a su alrededor y por debajo de ella estaban gobernadas por Ea; y Enlil era el gobernante del aire que había entre ambos. El universo Mesopotámico también incluía un submundo, gobernado por un dios o una diosa. Las civilizaciones esopotámicas llegaron a poseer una astronomía sofisticada. Por eso sorprende que la imagen del mundo de los babilonios siguiera siendo mitológica y que su astronomía matemática apenas tuviera impacto en su cosmología. La astronomía y la cosmología egipcia y babilónica influyeron en alguna medida en el pensamiento griego posterior y, de este modo, se vinculan con la tradición europea, de la cual acabaría surgiendo, más adelante, la cosmología científica. Pero, por supuesto, hubo otras muchas culturas antiguas , y también éstas poseían sus concepciones acerca del universo. – Cosmovisiones científicas Los historiadores suelen hablar del período comprendido entre el 600 a. de C. y el 450 a. C. como “la primera revolución científica”. Así, suele de este modo referirse a la aparición de un grupo de pensadores jonios que iniciaron un cambio en la comprensión del mundo natural por parte de la humanidad. Ya hemos señalado en el primer tema/vídeo de estos apuntes que esa misma fecha es en la que suele ubicarse el origen de la filosofía, ya que filosofía y ciencia, al comienzo, eran indistinguibles. Estos primeros filósofos, también conocidos como presocráticos, pensaban el mundo como un cosmos, una estructura de materia y fuerzas unidas en un todo armonioso. Aunque seguían existiendo los dioses, se comienza a dejar de considerarlos responsables de los fenómenos naturales. Con la aparición paulatina del pensamiento científico fue surgiendo una nueva forma de explicar el mundo: la ciencia dio lugar a las cosmovisiones científicas, caracterizadas por aspirar a la objetividad y a describir la naturaleza sin recurrir a personajes fantásticos, dejando en parte al margen la esfera espiritual y simbólica. Las cosmovisiones científicas, al igual que las consideradas míticas, también aspiran a dar explicaciones del mundo y hacerlo más comprensible, pero en lugar de recurrir a seres poderosos y fuerzas sobrenaturales buscan explicaciones racionales, basadas en la observación y la experimentación, por lo que pueden ser sometidas a crítica y revisión. Nacen de la práctica científica, contribuyendo a crear la concepción del mundo en una época determinada. Las explicaciones científicas dan forma al mundo: son como piezas de un puzle cuyo conjunto compone una visión del universo y de la posición que el ser humano ocupa en él. 
Las cosmovisiones científicas presentan las siguientes características:
 ● Las ideas que constituyen un cosmovisión científica se caracterizan por estar interconectadas, es decir, dependen unas de otras formando un sistema.
 ● Estas ideas no son aleatorias, ni están tomadas al azar, sino que se caracterizan por sustentarse en argumentos sólidos -la observación, la experimentación, el razonamiento…- y por la aplicación de un método considerado científico.
 ● Aunque es cierto que en ocasiones hay ideas que se aceptan como verdaderas sin haber sido experimentadas o comprobadas, porque sobre ellas se sustentan otras creencias que se consideran verdaderas y que son fundamentales para mantener la consistencia de todo el sistema o cosmovisión. Así, la verdad de algunas ideas depende de que otras sean también ciertas.
 ● Para que un conjunto de ideas así descrito pueda ser definido como cosmovisión debe existir cierto consenso general, es decir, tiene que ser compartido por gran parte de la sociedad. Una época determinada puede experimentar un cambio radical en la forma de entender el mundo: es lo que se conoce como revolución científica. Como hemos visto, el conocimiento del entorno y las creencias sobre este varían con el tiempo, por lo que también se transforman las cosmovisiones, hasta el punto de que una cosmovisión aceptada hasta ese momento puede ser substituida por otra. 
A continuación, en este vídeo/tema vamos a tratar las tres cosmovisiones más importantes:
 ● La cosmovisión antigua, vigente desde la antigua Grecia (s. IV a. C.) hasta la primera mitad del siglo XVI.
 ● La cosmovisión moderna, forjada a partir de las ideas nacidas de la revolución científica, y desarrollada entre los siglos XVI y XIX. 
● La cosmovisión contemporánea, cuyas ideas principales surgen a principios del siglo XX y continúan desarrollándose. 
2. El cosmos aristotélico Si observamos el cielo en una noche clara de verano, y lo hacemos atentamente durante un tiempo prolongado, apreciaremos que todas las estrellas se mueven al unísono alrededor del mismo eje, como si formaran parte de una estructura que las obligara a dar vueltas completas cada día. Si solo nos dejáramos guiar por los sentidos, es evidente que pensaríamos (como pensaron los griegos) que la Tierra no se mueve, sino que lo que se mueve es toda la bóveda celeste a nuestro alrededor. Por otro lado, si contrastamos esa regularidad de la bóveda celeste con la diversidad y variabilidad que observamos en la Tierra, tal vez podremos entender por qué los primeros filósofos llegaron a pensar que la Tierra y los cielos eran mundos diferentes, con características también diferentes. Por un lado, la Tierra: El lugar que habitamos fue motivo de reflexión por parte de los primeros pensadores, quienes trataron de encontrar justificaciones racionales acerca de la diversidad que perciben nuestros sentidos. 
Los primeros filósofos de la naturaleza (Presocráticos) estaban en parte convencidos de que la diversidad de sustancias oculta una explicación sencilla: todas ellas deben proceder de la transformación de uno o de varios elementos, que pueden ser considerados los principios de la realidad. Así, fueron surgiendo diversas teorías. Los filósofos de Mileto, por ejemplo, coincidieron en considerar que las sustancias derivaban de un único principio natural, denominado arché. Todas las cosas provendrían de sucesivas transformaciones de este principio. Pero estos filósofos propusieron diferentes principios:  ejemplo, Tales, considerado el primero filósofo, afirmó que era el agua, mientras que Anáximenes señaló el aire como arché. Empédocles, por otro lado, afirmó que todas las cosas se forman a partir de la mezcla de cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Lo que varía en cada sustancia es tan solo la concentración que hay de cada uno de ellos. Con respecto a la forma de la Tierra, la información que nos aportan los sentidos hizo creer a los primeros filósofos que ésta era plana y que se encontraba rodeada por el océano. Pero no tardaron en aparecer escuelas y comunidades, como la pitagórica, que ya en el siglo V a. C., aproximadamente, habían deducido que la Tierra era esférica gracias a una serie de observaciones. Por ejemplo, que al alejarse un barco de la costa lo primero que dejamos de ver es el casco y lo último las velas, lo cual solo puede explicarse si la Tierra es esférica. Además, los eclipses lunares permitían comprobar que la sombra que proyecta la Tierra sobre la Luna tiene un contorno circular. Por otro lado, los cielos: Una explicación de los cielos acorde con las concepciones culturales y religiosas de los griegos debía cumplir estas características: 
● El movimiento de los cuerpos celestes debe ser circular, pues este es el movimiento más perfecto y, por lo tanto, el que corresponde a seres divinos como los astros.
 ● Se ha de considerar que la Tierra está inmóvil en el centro del universo, pues es lo que la observación cotidiana parece mostrar (parece que nosotros permanecemos estáticos y que el universo está organizado en torno a nosotros) ● El universo se entiende como limitado, en el extremo más alejado de la Tierra, por la esfera de las estrellas fijas (como una bóveda o cúpula en la que se encuentran incrustadas las estrellas. Esta imagen del mundo es la más apropiada si hacemos caso a nuestros sentidos, pues vemos moverse el Sol, la Luna y las estrellas, y nada parece indicar que es la propia Tierra la que se está moviendo. Sin embargo, esta concepción conllevaba algunos problemas. El más grave es el llamado “problema de Platón” por el historiador de la ciencia Gerald Holton (Introducción a los conceptos y teorías de las ciencias físicas): Se cuenta que Platón (siglo IV a. de C.) planteaba el problema a sus alumnos en estos términos: Las estrellas -consideradas como eternas, divinas e inmutables- se mueven alrededor de la Tierra dando una vuelta por día como puede verse, y según la trayectoria de mayor perfección, el círculo. Pero hay algunos cuerpos celestes que, si los observamos durante un año, aparecen como errando, casi en desorden, por el cielo, recorriendo trayectorias anuales de una irregularidad desconcertante. Estos son los planetas. Seguramente deben moverse “realmente” de algún modo, según círculos ordenados o combinaciones de círculos. Tomando este movimiento circular como axioma, ¿cómo podemos interpretar las observaciones del movimiento planetario o, usando la frase contemporánea, “salvar las apariencias”? El importante problema de Platón puede plantearse como sigue: “Determinar qué clases de movimientos (circulares) uniformes y ordenados deben asignarse a cada uno de los planetas para explicar sus trayectorias anuales aparentemente irregulares”. Fue un discípulo de Platón llamado Eudoxo (408-355 a. C.) quien buscó una solución a este problema: construyó un sistema de esferas concéntricas rotatorias que daba cuenta de muchas de las características observadas de los cielos: la teoría de las esferas homocéntricas. Se trataba de un complejo sistema de 27 esferas con un centro común que coincidía con el centro de la Tierra (por eso se llaman esferas homocéntricas). Estas esferas eran cristalinas y transparentes, se encontraban FUENTES principales para la elaboración de los apuntes:concatenadas unas dentro de otras, como si se tratara de muñecas rusas y, además, cada una de ellas se movía sobre sí misma con un eje de rotación diferente. El movimiento de cada planeta era el resultado de su vinculación con grupos de cuatro esferas, cuyos movimientos rotatorios se superponían en el propio planeta, dando como resultado los aparentemente azarosos y erráticos movimientos planetarios. Así, un movimiento complejo trató de ser explicado con la suma de varios movimientos simples. Y con ampliaciones y algunas modificaciones este modelo fue adoptado por otros personajes posteriores, entre los que destacó Aristóteles, lo que convirtió a la teoría homocéntrica en la visión filosófica sobre la forma general del Universo por casi dos milenios. Aristóteles (384-322 a. C.) concibió el cosmos como un todo organizado en dos mundos de distinta naturaleza: el mundo sublunar o terrestre y el mundo supralunar o celeste. Mundo sublunar o terrestre Es el mundo que habita el ser humano: la Tierra. Según Aristóteles, tiene forma esférica, es muy reducida y ocupa un lugar central en el universo. Este mundo está limitado por la esfera de la Luna, la cual constituye el límite entre las dos regiones: sublunar y supralunar. El mundo sublunar está constituido por cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Cada uno de ellos tiene un lugar que le es propio en el universo. Si estuviesen en estado puro, se organizarían en esferas concéntricas en el siguiente orden: la tierra en el centro, encima el agua, luego el aire y, por último, el fuego. Estos cuatro elementos tienden de manera natural a recobrar esta posición, por lo que les caracteriza un movimiento natural de carácter rectilíneo, el cual se da en sentido descendente (la tierra y el agua, por ser más pesadas) y ascendente (el aire y el fuego, por ser ligeros). Ya que el mundo sublunar está poblado de sustancias que son compuestos o mezclas de estos elementos, según la proporción que tengan de ellos, les corresponderá un tipo de movimiento natural u otro. Aunque es cierto que en la región sublunar no solo observamos movimientos rectilíneos de ascenso y descenso, sino que se dan cambios y transformaciones de otros tipos. ¿A qué se deben estas transformaciones? Para Aristóteles, todo movimiento que no sea natural necesita una causa exterior que lo justifique. Por ese motivo, el filósofo recurre al movimiento que se produce en la región celeste: el movimiento de rotación de la estrella de las esferas fijas se traslada, por fricción, de una esfera a otra hasta llegar a la esfera de la Luna, que lo transmite a la región sublunar. Este movimiento el que produce la mezcla de los elementos y, por tanto, provoca que se generen y corrompan los cuerpos. Una vez generados, los cuerpos actúan como causas agentes inmediatas de otros cambios. Mundo supralunar o celeste Es el mundo que está más allá de la esfera de la Luna y que tiene su límite en la esfera de las estrellas fijas. Más allá de esta no hay nada. A diferencia del mundo sublunar, el mundo supralunar se compone de un quinto elemento: el éter. Se trata de un elemento de naturaleza divina: es perfecto, inalterable y sin peso. El mundo supralunar es perfecto e inmutable y su estructura sigue el modelo de las esferas homocéntricas de Eudoxo. Estas esferas existen realmente y están compuestas de éter. Cada esfera se mueve con un movimiento circular uniforme, que se transmite por rozamiento de unas esferas a otras, lo que produce como resultado los complicados movimientos de los planetas. Ahora bien, ¿cuál es la causa del movimiento circular uniforme de las esferas de éter? Aristóteles, para responder a esta pregunta, postula la existencia de un Primer Motor Inmóvil, causa final de todo el movimiento que se produce en el universo. De ello se deriva el carácter teleológico de la cosmovisión aristotélica: todos los cambios que tienen lugar en el mundo siguiendo las leyes de la FUENTES principales para la elaboración de los apuntes: Juan Méndez Camarasa et al., Filosofía 1, Edebé, Barcelona, 2016 José Manuel Tarrío, Filosofía, 1º de Bachillerato, Editex, Madrid, 2015 Helge Kragh, Historia de la cosmología. De los mitos al universo inflacionario, Editorial Crítica, Barcelona, 2008 Fernando González Ruiz, Agustín González Ruiz, Filosofía, Proyecto Episteme, 1º Bachillerato, Akal, Madrid, 2002 Richard DeWitt, Cosmovisiones. Una introducción a la Historia y a la Filosofía de la Ciencia, Buridán, Barcelona, 2013 5 FILOSOFÍA (1º DE BACHILLERATO) UNIDAD 5. COSMOVISIONES naturaleza, tanto de los seres vivos como de la materia inerte, obedecen a una finalidad. La divinidad ha dispuesto todo para que se mantenga el orden del cosmos en perfecto equilibrio. Por lo tanto, el movimiento de los cuerpos celestes existe para provocar la mezcla de los 4 elementos en el mundo sublunar, las plantas han sido diseñadas para hacer la fotosíntesis, nosotros tenemos manos para poder coger y manipular objetos, etc. – Las aportaciones de la astronomía: Ptolomeo A pesar del carácter sólido del sistema aristotélico, los astrónomos se encontraron con observaciones sobre la posición de los planetas que no eran compatibles con la idea de que los movimientos celestes fueran circulares y regulares. Para poder mantener estas ideas, se fueron proponiendo modelos matemáticos que solventaran cada problema concreto. No se pretendía que estas soluciones fueran reales, sino simplemente que facilitaran la predicción de los fenómenos astronómicos (constituyendo, así, una visión instrumentalista de la ciencia). El más importante astrónomo de la antigüedad fue Ptolomeo, que escribió una obra titulada Sintaxis matemática (conocida por el nombre Almagesto), la cual recoge tanto aportaciones originales como aportaciones de otros científicos. Uno de los principales problemas a los que se enfrentaba la teoría geocéntrica aristotélica era el de la órbita de Marte. Al observar el movimiento de este planeta, se aprecia que diariamente avanza hacia el este de forma regular pero, en un determinado momento, parece que se detenga para retroceder, moviéndose hacia el oeste, para, de nuevo, corregir el rumbo y dirigirse hacia el este. Su trayectoria dibuja una especie de bucle. Este movimiento no se podía explicar desde el modelo aristotélico. Por esa razón, Ptolomeo afirma que la órbita de Marte y, por extensión, la del resto de los planetas, es el resultado de la combinación de dos movimientos: uno a través de una línea circular imaginaria alrededor de la Tierra llamada deferente; otro, en un círculo más pequeño, llamado epiciclo, cuyo centro sería la deferente. – Implicaciones filosóficas Las cosmovisiones son elaboradas por los seres humanos en busca de la verdad, ya sea para conseguir sentirse más seguros, ya sea para buscar consuelo ante la incertidumbre, ya sea por otras razones. En este sentido, las cosmovisiones se encuentran íntimamente relacionadas con las visiones y creencias religiosas y filosóficas. De este modelo aristotélico-ptolemaico podemos observar las siguientes implicaciones filosóficas: La realidad está perfectamente ordenada: todo está organizado e integrado en la totalidad del universo, cada parte tiene una finalidad, un sentido, dentro del conjunto. Los seres cambian y se transforman no solo porque haya fuerzas externas que los impulsen, sino, también, porque poseen un dinamismo interno: el movimiento es algo inherente a la materia, unido a ella, no solo algo que viene desde fuera. Por eso, la propia naturaleza de las cosas es lo que las impulsa a cambiar y desarrollarse. La realidad es algo cognoscible, algo que podemos llegar a conocer: utilizando nuestra inteligencia (nuestra razón), podemos comprender perfectamente el funcionamiento del universo (ya que este funcionamiento se basa en relaciones de causalidad -todo tiene una causa-, las cuales se dirigen a una finalidad, y esta finalidad es comprensible mediante la observación y el pensamiento. La perspectiva es antropocéntrica: el ser humano se halla en el centro del universo (la Tierra es única, inmóvil y situada en el centro) desde el cual observamos el espectáculo de lo real. FUENTES principales para la elaboración de los apuntes: Juan Méndez Camarasa et al., Filosofía 1, Edebé, Barcelona, 2016 José Manuel Tarrío, Filosofía, 1º de Bachillerato, Editex, Madrid, 2015 Helge Kragh, Historia de la cosmología. De los mitos al universo inflacionario, Editorial Crítica, Barcelona, 2008 Fernando González Ruiz, Agustín González Ruiz, Filosofía, Proyecto Episteme, 1º Bachillerato, Akal, Madrid, 2002 Richard DeWitt, Cosmovisiones. Una introducción a la Historia y a la Filosofía de la Ciencia, Buridán, Barcelona, 2013 6 FILOSOFÍA (1º DE BACHILLERATO) UNIDAD 5. COSMOVISIONES 3. La visión moderna del universo A partir del siglo XVI comienza a gestarse la cosmovisión moderna, gracias a la contribución de un grupo de científicos y astrónomos que protagonizan la llamada revolución científica: en ese momento se van sentando las bases de la física clásica, caracterizada por servirse tanto de la experimentación como del formalismo matemático. Surge una nueva física y una nueva visión del mundo va tomando forma: se produce la “destrucción del cosmos” griego, superando la distinción entre un mundo supralunar (inalterable e incorruptible, de movimientos circulares) y un mundo sublunar (con cambios constantes de todo tipo), sustituyéndola por un mundo sin jerarquías. – Copérnico y el heliocentrismo Nicolás Copérnico (1473-1543), en su obra Sobre las revoluciones de las esferas celestes (De revolutionibus orbium coelestium), publicada en el año de su nacimiento, someterá el paradigma aristotélico-ptolemaico a una profunda crítica. Inspirándose en la obra de Aristarco de Samos (310-230 a. C.), afirmó que el Sol se encontraba en el centro del universo y que el resto de los planetas, incluida la Tierra, giraba a su alrededor. Esto es lo que se conoce como heliocentrismo. Copérnico planteará su argumento según el modo establecido por Guillermo de Ockham (1280-1349): la explicación más sencilla -de cualquier fenómeno- deberá ser la verdadera (conocido como la “navaja de Ockham”). Todo el complejo sistema ptolemaico sería mucho más simple, explicativo y predictivo si la Tierra dejara de ocupar su lugar preeminente y este fuera ocupado por el sol: modelo heliocéntrico frente a modelo geocéntrico. El Sol estaría en el centro del universo. Todo lo demás, giraría a su alrededor, incluido nuestro planeta (movimiento de traslación alrededor del Sol, anualmente). La Tierra, además, poseería otros dos tipos de movimiento, el de rotación sobre sí misma y el de inclinación de su eje (como si se moviera igual que una peonza y provocara una leve variación del ángulo de su rotación). No obstante, y pese al giro drástico que supuso su concepción heliocéntrica sobre el universo -la Tierra tan solo sería un planeta más y el hombre dejaría de ser el centro de la creación-, Copérnico sostuvo tesis que eran propias del anterior paradigma como las referidas al movimiento circular de los planetas y a la finitud del universo. – Las observaciones de Bruno, Brahe y Kepler Giordano Bruno (1548-1600), filósofo y astrónomo renacentista italiano, defendió el heliocentrismo de Copérnico y todavía fue más allá en sus consideraciones científicas: sometió a crítica la tesis de las esferas fijas y el hecho de que estas supusieran un límite del universo. Los puntos luminosos tenían que corresponder con una infinitud de estrellas que se desparramaban por un espacio ilimitado, donde podrían encontrarse otros planetas y seres vivos: defendía, por tanto, la infinitud del universo. Pero esta idea era, a ojos de muchos coetáneos, insostenible e inadmisible, pues contradecía creencias muy arraigadas desde hacía siglos. Bruno fue encarcelado por la inquisición y quemado vivo en la hoguera sin acceder a que abjurara de sus doctrinas. Pero sus tesis, a pesar de ser meramente especulativas por no contar con apoyo empírico ni físico-matemático, son sumamente sugerentes y abrieron un nuevo campo de cultivo a futuras explicaciones, teóricas y comprobadas, de pensadores posteriores. Tycho Brahe (1546-1601) fue un matemático y astrónomo danés que, entre otros logros, consiguió detallar la aparición de una supernova, es decir, de una explosión estelar, lo que invalidaba la creencia en la inmutabilidad de los cielos. Brahe no aceptó totalmente el sistema propuesto por Copérnico e ideó un modelo intermedio entre este y el de Ptolomeo (geo-heliocéntrico), en el que el Sol y la Luna FUENTES principales para la elaboración de los apuntes: Juan Méndez Camarasa et al., Filosofía 1, Edebé, Barcelona, 2016 José Manuel Tarrío, Filosofía, 1º de Bachillerato, Editex, Madrid, 2015 Helge Kragh, Historia de la cosmología. De los mitos al universo inflacionario, Editorial Crítica, Barcelona, 2008 Fernando González Ruiz, Agustín González Ruiz, Filosofía, Proyecto Episteme, 1º Bachillerato, Akal, Madrid, 2002 Richard DeWitt, Cosmovisiones. Una introducción a la Historia y a la Filosofía de la Ciencia, Buridán, Barcelona, 2013 7 FILOSOFÍA (1º DE BACHILLERATO) UNIDAD 5. COSMOVISIONES giraban en torno a la Tierra, y el resto de planetas lo hacían alrededor del Sol. Johannes Kepler (1571-1630), astrónomo y matemático alemán, aceptó el heliocentrismo pero aportó un apoyo matemático más firme que el de las tesis copernicanas. Al estudiar el movimiento de Marte, concluyó que las órbitas de los planetas no eran perfectamente circulares, sino que su trayectoria era elíptica (la elipse es como un círculo alargado), y que el Sol se encontraba en uno de los focos de la elipse. Esta evidencia constituye la primera de las tres leyes conocidas como leyes de Kepler. Las tres leyes de Kepler acabaron con la creencia de que el movimiento de los planetas era circular, por considerarse este el movimiento perfecto. Por otro lado, la fuerza que impulsaba a los astros en el cosmos ya no era anímica (es decir, no respondía a u sentido metafísico o moral), sino una fuerza puramente motriz proveniente del Sol, y podía explicarse enteramente por las leyes de la matemática y la física, sin requerir otro tipo de explicación. Ese modelo nuevo dará pie a la nueva representación del mundo: el universo-máquina, un gran mecanismo regular y predecible, sin “alma”. – La nueva física: Galileo y Newton Galileo Galilei (1564-1642), sabio renacentista nacido en Pisa, dedicó sus observaciones empíricas -uso del telescopio- y su formalización matemática a demostrar las tesis sostenidas por Copérnico. Sus observaciones astronómicas, especialmente de la Luna, y la comprobación de que el satélite tiene la misma composición que la Tierra, significaron una crítica demoledora de la doble composición del universo sostenida por Aristóteles. Galileo estableció el principio de inercia, según el cual los cuerpos tienden a permanecer en reposo o bien a velocidad uniforme a no ser que actúe sobre ellos una fuerza. De este principio se deriva el fenómeno de la invarianza, que asegura que el reposo y el movimiento a velocidad constante son equivalentes. Por esta razón, desde la Tierra no se percibe apenas ningún efecto de su propio movimiento. El principio de inercia también justificaba que los planetas no se movieran por el impulso de un supuesto primer motor, sino porque no había ninguna fuerza que los frenara. La obra del filósofo y matemático inglés Isaac Newton (1642-1727) y, en especial, su obra Principios matemáticos de la Filosofía Natural, publicada en 1687, constituye la culminación de ese proceso de revolución científica y cosmológica iniciada por Copérnico en 1543 con motivo de la publicación de Las revoluciones de las esferas celestes. Newton estableció que todos los cuerpos del universo son el origen de la fuerza de la gravedad, y a su vez se ven afectados por ella (todos los cuerpos, por tener masa, se atraen entre sí: en esto consistiría la gravedad). La definió como una fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que separa sus centros de gravedad. Se trataba de una ley que podía aplicarse tanto para la caída de una piedra como para determinar el movimiento de los planetas, lo cual significaba que las mismas leyes regían en todo el universo (así, se terminaba de superar la cosmovisión aristotélica, en tanto que distinguía entre un mundo sublunar y otro supralunar). – Implicaciones filosóficas El paradigma newtoniano trastorna la cosmovisión aristotélica-ptolemaica. Newton y sus predecesores nos ofrecen la imagen de un universo explicable mediante leyes, como un gran reloj, y predecible en sus procesos (determinismo). Además, este universo deberá ser infinito, de lo contrario, todo su sistema gravitacional se colapsaría. Este universo, en su grandeza, sitúa al hombre en un papel secundario, pues, en definitiva, las leyes que explican su funcionamiento suponen, al mismo tiempo, que el universo no posee finalidad alguna. FUENTES principales para la elaboración de los apuntes: Juan Méndez Camarasa et al., Filosofía 1, Edebé, Barcelona, 2016 José Manuel Tarrío, Filosofía, 1º de Bachillerato, Editex, Madrid, 2015 Helge Kragh, Historia de la cosmología. De los mitos al universo inflacionario, Editorial Crítica, Barcelona, 2008 Fernando González Ruiz, Agustín González Ruiz, Filosofía, Proyecto Episteme, 1º Bachillerato, Akal, Madrid, 2002 Richard DeWitt, Cosmovisiones. Una introducción a la Historia y a la Filosofía de la Ciencia, Buridán, Barcelona, 2013 8 FILOSOFÍA (1º DE BACHILLERATO) UNIDAD 5. COSMOVISIONES Si el universo no posee finalidad, ¿la tiene la existencia del ser humano? Todo esto afecta, igualmente, al papel que Dios desempeña en este nuevo paradigma. Dios es el gran relojero que ponen en marcha todo el sistema (mecanicismo) y, una vez hecho esto, su papel deja de tener relevancia. El paradigma newtoniano -con un universo creado e infinito- no supone un ateísmo, pero sí abre camino al agnosticismo. 4. La cosmovisión actual El paradigma newtoniano se mantendrá vigente hasta los albores del siglo XX. El replanteamiento será posible gracias al avance y el progreso científico que se manifestará, fundamentalmente, en el desarrollo de la física cuántica y en las aportaciones de Albert Einstein (1879-1955) con su teoría de la relatividad. Actualmente ambas teorías son incompatibles entre sí, pero permiten entender, respectivamente, lo más grande y lo más pequeño de nuestro mundo. Sin embargo, se sigue trabajando para lograr una teoría que sea capaz de unificarlas. – Einstein y la teoría de la relatividad Einstein publicó la teoría de la relatividad especial en 1905, la cual echaba por tierra las convenciones de la física clásica: afirmaba que no existen un espacio y un tiempo absolutos e independientes del sujeto que los experimenta. Espacio y tiempo son medidas que obtiene un observador y que, entre otras variables, dependen de la velocidad a la que se halle. De esto se desprende un hecho tan sorprendente para el sentido común como que el tiempo transcurre de manera diferente para dos observadores que viajan a distinta velocidad. Además, a causa de esta relatividad de espacio y tiempo, para dar una descripción del universo que sea válida para todos los observadores, hay que considerar que existe interdependencia entre la dimensión temporal y la espacial, pues los cambios en una de ellas afectan inevitablemente a la otra. Espacio y tiempo, pues, forman un continuo cuatridimensional. En 1915, Einstein generalizó esta teoría y publicó la teoría general de la relatividad, de la que se derivan consecuencias revolucionarias para la cosmología y la comprensión del universo. Lo más importante de la teoría de Einstein es que la masa de un cuerpo deforma el espaciotiempo a su alrededor. Así, en las proximidades de una gran masa (por ejemplo, la de una estrella como el Sol), el espacio está más curvado y el tiempo transcurre más lentamente. Aunque la tendencia natural de los planetas y, en general, la de todos los cuerpos celestes, sea recorrer la distancia más corta entre dos puntos (lo que en física se conoce como geodésica), si el espacio en el que se mueven está curvado, el planeta acabará trazando una órbita a su alrededor. De este modo, la teoría de la relatividad explicaba los movimientos orbitales de los planetas. Pero, además, se deducen de ella consecuencias imprevistas, como que el universo se encuentra en un proceso de expansión (Edwin Hubble (1889-1953) demostró que el universo se está expandiendo). – La física cuántica Si la teoría de la relatividad revoluciona nuestra visión del mundo a gran escala (el macrocosmos), la teoría cuántica hace lo propio con el mundo de lo infinitamente pequeño. De los múltiples resultados de una teoría tan compleja como la cuántica, el que más impacto filosófico produjo fue el denominado principio de indeterminación o incertidumbre de Heisenberg. Según este principio, existen determinadas magnitudes microfísicas, como la velocidad y la posición de una partícula subatómica, o la energía y el tiempo de la misma, entre las que se dan lo que se llama FUENTES principales para la elaboración de los apuntes: Juan Méndez Camarasa et al., Filosofía 1, Edebé, Barcelona, 2016 José Manuel Tarrío, Filosofía, 1º de Bachillerato, Editex, Madrid, 2015 Helge Kragh, Historia de la cosmología. De los mitos al universo inflacionario, Editorial Crítica, Barcelona, 2008 Fernando González Ruiz, Agustín González Ruiz, Filosofía, Proyecto Episteme, 1º Bachillerato, Akal, Madrid, 2002 Richard DeWitt, Cosmovisiones. Una introducción a la Historia y a la Filosofía de la Ciencia, Buridán, Barcelona, 2013 9 FILOSOFÍA (1º DE BACHILLERATO) UNIDAD 5. COSMOVISIONES relaciones de indeterminación o incertidumbre; es decir: si tratamos de conocer (de medir) de modo preciso una de ellas, necesariamente la otra magnitud se nos va a “escapar”. Así, por ejemplo, no podemos conocer con exactitud y a la vez la velocidad y la posición de una partícula, pues alguna de estas dos magnitudes fundamentales permanecerá necesariamente indeterminada o incierta. Esto supone un límite infranqueable a nuestro conocimiento de la realidad. Con respecto a este problema se han propuesto dos interpretaciones: Se habla de principio de incertidumbre si se quiere hacer hincapié en el componente subjetivo de la imprecisión: somos nosotros, los humanos, los que, al medir interaccionamos con eso que estamos midiendo y lo perturbamos y, por ello, parte de los resultados que obtenemos son inciertos, probables, azarosos, pero la realidad misma es precisa. Lo que es impreciso e incierto es nuestro conocimiento de la realidad. En el futuro recuperaremos la precisión y certidumbre perdidas. Se habla de principio de indeterminación -y es esta la interpretación física que ha prosperado- si lo que se quiere señalar es que es la propia realidad la que es indeterminada (y no nuestro conocimiento de ella): la raíz última de la realidad material, las partículas subatómicas, son indeterminadas, imprecisas, azarosas, no nuestro conocimiento -objetivo- de ellas. Según esta interpretación, la cuestión no es que estemos ante una incapacidad de nuestro conocimiento o de nuestros instrumentos de medida, sino que nos encontramos ante un límite de las cosas mismas, las cuales son, en el fondo y en cierta medida, indeterminadas. Según esta interpretación, hay eventos que serán, por su naturaleza, radicalmente imprevisibles, impredecibles. Las leyes de la nueva física no podrán ser ya deterministas, como eran las de la física clásica, sino estadísticas, probabilísticas. Algunos autores han entendido que la gran aportación de la física cuántica a nuestra cosmovisión contemporánea es la apertura que se da a lo imprevisible, incalculable, impredecible: en suma, la apertura a la libertad, frente al determinismo de la cosmovisión moderna. – Implicaciones filosóficas Algunas de las implicaciones filosóficas de la nueva cosmovisión científica pueden ser las siguientes: Imposibilidad de separación sujeto-objeto: para observar algo hay que interaccionar con ello. Cuando lo observado es suficientemente pequeño, esta interacción condiciona el resultado del experimento. En este sentido, la física cuántica pone en entredicho la creencia (de herencia griega) de que el mundo es una realidad objetiva que el ser humano puede llegar a conocer. Indeterminismo e imprevisibilidad: la física cuántica cuestiona la imagen determinista del mundo: solo podríamos establecer leyes estadísticas que no predicen con exactitud el resultado de una observación, sino tan solo calculan sus probabilidades. Alejamiento respecto al sentido común: la nueva cosmovisión científica se distancia de nuestras intuiciones y percepciones habituales, por lo que resulta poco comprensible para los que no son expertos. 
Tarea final : A partir de estas cuestiones elaboren de forma cooperativa un trabajo digitalizado que deberá ser expuestos en pizarra digital al resto de la clase , dicho trabajo será el examen o prueba cooperativa que cuenta en un 30% de la nota .
1. Realiza un mapa conceptual de la unidad explicando resumidamente algunos de los contenidos que consideres más importantes 
2. ¿Alguna vez has pensado sobre cuál debió ser el origen del universo? ¿Cómo comenzó todo? Inventa un breve relato que constituya una explicación mítica sobre cómo empezó a existir el mundo.
 3. ¿Qué razones se esgrimían en la Antigüedad para asegurar que la Tierra era esférica y que se encontraba inmóvil en el centro del universo?
 4. En la concepción aristotélica del mundo se defiende que hay movimiento en el mundo sublunar, y también en el mundo supralunar. Ahora bien: – ¿Cómo se explica el movimiento en el mundo sublunar? – ¿Qué tipo de movimiento encontramos en el mundo supralunar y qué lo origina? – ¿Qué función cumple la idea de un Primer Motor Inmóvil en este sistema? – ¿Qué papel juega la observación en la concepción aristotélica del cosmos? 
5. Lee este texto acerca de la cosmología aristotélica: El cosmos de Aristóteles era una esfera vasta, pero finita, con su centro en la Tierra y limitada por la esfera de las estrellas fijas, que era también el “primer motor” […], la fuente original de todos los movimientos en el universo. En el centro del universo estaba la Tierra esférica, y rodeándola concéntricamente estaban las distintas esferas, dispuestas como las pieles de una cebolla. En primer lugar venían las envolturas esféricas de los otros tres elementos terrestres, agua, aire y fuego, respectivamente. Rodeando a la esfera del fuego estaban las esferas cristalinas, en las que se encontraban insertas, y eran transportadas por ellas, la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno, que eran los siete “planetas”. Más allá de la esfera del último planeta venía la de las estrellas fijas, y tras esta última, nada. A. C. Crombie, Historia de la ciencia: De San Agustín a Galileo, Alianza Editorial, Madrid, 1996 
6. Dibuja esquemáticamente el modelo que se expone en el texto 
7. Fíjate en que, según Aristóteles, existen siete planetas . Indica cuáles son y explica en qué y por qué se equivocaba. 
8. ¿Por qué se habla de las estrellas fijas, si todas las estrellas se mueven? 
9.. Señala tres implicaciones filosóficas que se derivaban de la cosmología aristotélico-ptolemaica. ¿Te parece que dichas implicaciones se siguen manteniendo en nuestra imagen actual del mundo?
10. Con respecto a la cosmovisión moderna, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de un universo-máquina?
 11. Resume las principales implicaciones filosóficas de la actual cosmovisión.
  12.¿Qué es una cosmovisión? 
13.¿Cuáles son las características de las cosmovisiones míticas? Comenta algún ejemplo de cosmovisión mítica.
 14. Explica las características del modelo aristotélico-ptolemaico del cosmos. Comenta, también, algunas de sus implicaciones filosóficas. 
15.Explica los acontecimientos y autores más importantes que dieron lugar a la configuración de la visión moderna (heliocéntrica) del universo. ¿Cuáles fueron las implicaciones filosóficas más importantes de esta cosmovisión?
16.Explica algunos de los aspectos relevantes de la teoría de la relatividad y de la física cuántica. ¿Qué implicaciones filosóficas se desprenden de esta nueva visión del cosmos? 
17. Redacta un breve texto en el que comentes las impresiones e ideas que te han surgido tras estudiar el presente tema. ¿Crees que te ha servido para algo este aprendizaje? ¿Para qué? 
                            Marina Toste Hdez.